donostia– Si hace diez días se batió la marca histórica de toda la pandemia, con 1.801 nuevos contagios en solo 24 horas, y un 13,7% de positividad, Euskadi sigue sin aplanar su curva y aunque la quinta ola ha podido tocar ya techo, el virus permanece estancado. Después de haber alcanzado el máximo de infecciones, los 1.576 casos del miércoles, 1.315 positivos el jueves y los 1.270 del viernes hablan de una ligerísima caída que todavía está por confirmar porque la positividad se sitúa en el 11,6% y duplica el umbral de peligro fijado por la OMS.
Según los datos correspondientes al viernes, se realizaron 10.993 pruebas diagnósticas, por debajo de las 11.799 del jueves, con un resultado de 1.270 nuevos infectados. Por décimo día consecutivo, Bizkaia continúa siendo el territorio más azotado por el covid ya que notificó 669 positivos, 107 menos que el jueves. Otros 386 se detectaron en Gipuzkoa (que está mejorando sus datos en esta última semana del mes), y Araba contabilizó 199 nuevos contagios (68 más que el día previo). A ellos se suman 24 contagios entre personas con residencia fuera de la Comunidad Autónoma Vasca.
Es en estos momentos, además, es cuando los hospitales reciben el impacto de la cresta de la ola y registran algunas de sus peores cifras de ingresos. Así, solo el viernes fueron internadas 48 personas con covid-19. Y en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) el número de camas ocupadas por enfermos graves no deja de crecer. Ya hay 63, con un paciente más que el día previo.
Un ejemplo de la sobrecarga y la dificultad de la situación hospitalaria es que en el hospital de Basurto había ayer un total de 49 personas ingresados, cinco en UCI, cinco en UCRI y 39 en planta. Sin embargo, el pasado 8 de julio, por ejemplo solo había tres, una en UCI y dos en planta.
más carga de trabajo Con el virus sin dar un respiro, la Atención Primaria se declara saturada, al tiempo que Satse denuncia que los test de autodiagnóstico de venta en farmacias sobrecargan el sistema sanitario. La portavoz del sindicato de enfermería, Amaya Mayor, considera que con la venta de test sin receta, la gente acudirá a su centro de salud en un momento de recortes horarios en los ambulatorios "porque no hay recursos suficientes", por lo que la medida está llevando a "un incremento claro del trabajo en las enfermeras de Atención Primaria".
Según asegura, "una prueba mal hecha puede darte un falso negativo y lleva aparejada una falsa sensación de tranquilidad de que se está sin coronavirus y eso puede llevar a relajar medidas de seguridad". La responsable sindical insiste en denunciar que hay "falta" de personal de enfermería en el sistema sanitario. Y consideró "lógico" que se produzcan retrasos en las llamadas de los rastreadores teniendo en cuenta el elevado número de positivos que se viene registrando y que cada uno pueden tener de 10 a 40 contactos, con lo que "no da tiempo para hacer tanta llamada".