donostia – El 14 de marzo de 2020, cuando Pedro Sánchez anunció por televisión el estado de alarma y el confinamiento domiciliario obligatorio para afrontar la epidemia de un nuevo virus chino del que apenas llevábamos unas semanas oyendo hablar, parecía que solo era cuestión de 15 días. Pues bien, el confinamiento duró 98, y llevamos 21 meses sumidos en una crisis sanitaria que ha sacudido el sistema sanitario como un calcetín y ha dado un vuelco de 180 grados a nuestras vidas.
Después de una primavera terrorífica, con las UCI al borde del colapso y las residencias de mayores acumulando un goteo diario de fallecidos, y cuando el verano parecía dar una tregua, llegó el mes de agosto de 2020 y se volvió a desatar el caos. De hecho, la escalada de casos que se produjo aquel mes motivó que un 15 de agosto, la fecha emblemática de la sequía informativa y los culebrones de verano, el Gobierno Vasco convocara de urgencia una comparecencia ante los medios de comunicación para anunciar que Euskadi pasaba a estar desde el 17 de agosto de nuevo en "emergencia sanitaria". Era la primera comunidad que daba un paso atrás apenas dos meses después de que hubiese finalizado el primer estado de alarma.
¿Casilla de salida?
Con un ir y venir de olas, nadie esperaba que tantos meses después, y con un 91% de población vacunada, estaríamos de nuevo casi en la casilla de salida aunque con menos fallecidos y sin tanto impacto hospitalario. Porque Euskadi es una comunidad que ha sufrido con especial virulencia el azote de la pandemia. Al mismo tiempo, los jueces tumbaban, prácticamente una tras otra, algunas de las decisiones tomadas por el Gobierno Vasco para combatirlas. La sucesión de desencuentros comenzó con una decisión en agosto de 2020 cuando el magistrado Luis Garrido suspendió el recorte del horario de los locales de ocio nocturno a la 1.30 de la madrugada, dando la razón a los hosteleros.
Solo dos meses más tarde, en octubre de 2020, la sala tampoco dio autorización para limitar las reuniones sociales a seis personas. Con el segundo estado de alarma en vigor, en febrero, el magistrado Garrido reabrió los bares en zona roja porque no vio un "riesgo cierto y grave". Asimismo su sala se opuso a que Euskadi mantuviera el toque de queda, cierres perimetrales y limitaciones de los encuentros sociales a cuatro personas tras la caída de la alarma el 9 de mayo.
También tumbó la mascarilla en paseos en playas y piscinas y se remitió a la normativa estatal. Y finalmente, a petición de la Liga, se rechazó el aforo del 30% del Gobierno Vasco en los estadios de fútbol y se impuso el aforo estatal del 60%. Con la sexta ola ya aquí a pesar de la vacunación tan extendida, el foco está puesto ahora en el pasaporte covid como salvoconducto para acceder a espacios públicos de especial riesgo.
Con la sexta ola azotando, y una incidencia que previsiblemente hoy se acercará a 700 casos, el foco está puesto ahora en el pase covid como salvoconducto en lugares de riesgo.
1ª OLA MARZO-ABRIL 2020
Cuando creímos que el covid iba a durar un mes y se desató el caos
La cronología es inapelable y lo que vino después, impensable. El 28 de febrero de 2020, el Departamento de Salud del Gobierno vasco se dio de bruces contra la peor crisis sanitaria de este siglo. Aquel día identificó los dos primeros positivos de covid-19 en Euskadi. El miércoles 4 de marzo, se notificó el primer fallecimiento con positivo de coronavirus, el de un hombre de 82 años que murió en el hospital de Galdakao que, por supuesto, no había pasado por China ni por Italia ni por ningún foco del virus. El 11 de marzo la OMS decretó la pandemia. Y a partir de ahí, el desastre.
El viernes 13 de marzo, un Consejo de Gobierno extraordinario, declaró la emergencia sanitaria en Euskadi y la Consejera de Seguridad firmó la orden por la que se activaba el Plan de Protección Civil, el famoso LABI. ¿Les suena?
La situación más grave la padecimos en la primavera de 2020, en los meses de marzo y abril. Concretamente en abril llegó a haber un pico de más de 230 enfermos graves ingresados en la UCI, la verdadera zona cero de la pandemia.
Falta de EPI
2ª OLA AGOSTO-SEPTIEMBRE 2020
En verano se cometió el error de pensar que era pasado y se agravóTras terminar el más severo de los confinamientos vividos hasta el día de hoy, se entró en un proceso de desescalada que culminó en el verano. Y con la segunda ola, casi todas las comunidades cometieron el mismo error. "En junio, se consideró equivocadamente que habíamos controlado y superado la situación. Sin embargo, nos esperaba una segunda ola que obligó a volver a declarar la emergencia sanitaria el día 17 de agosto", reconoce el propio Departamento de Salud del Gobierno vasco.
Y es que las tasas de transmisión se redujeron hasta niveles mínimos al inicio del verano. En Euskadi, por ejemplo, entre primeros de mayo y el 15 de julio de 2020, la tasa de incidencia acumulada en 14 días se mantuvo por debajo de los 50/100.000 habitantes. Esto permitió, entre otras cosas, que el 12 de julio se pudieran celebrar las elecciones al Parlamento Vasco. Pero llegó la segunda ola y además, con varios brotes epidémicos. El primero, en el mismo mes de agosto.
El tsunami Fue en aquella época cuando la entonces consejera Nekane Murga vaticinó que lo que venía no era una ola sino un "tsunami". El temor a picos epidémicos estaba siempre ahí y la incidencia de las nuevas variantes del virus no permitía relajación ninguna. A finales de septiembre la curva comenzó a registrar un leve descenso, y parecía que la ola finalizaba ahí. Pero a partir de mediados de octubre, la curva remontó de forma abrupta.
Este crecimiento alarmó a las autonomías, que comenzaron a decretar cierres perimetrales y a hacer llamamientos para que se cancelaran los viajes y las visitas a otras comunidades durante los puentes festivos. El mantra en aquellos días era "salvar la Navidad". Pero tampoco se logró.
3ª OLA DICIEMBRE2020-ENERO 2021
El efecto 'salvar las navidades' y la relajación de las fiestas
Decididamente, la Navidad no se salvó y la tercera ola acabó llegando por más que las comunidades autónomas limitaran las reuniones familiares. En Euskadi, por ejemplo, el LABI intentó, aunque sin éxito, acotar las celebraciones. De hecho, solo se podía salir de la CAV para reunirse con familiares y allegados y se permitió hacer reuniones de hasta diez personas en Nochebuena y Navidad.
Acuciado por una nueva mutación del virus, mucho más contagiosa, y por médicos y científicos vascos alertando de la necesidad de pisar el freno ante una tercera ola, el Gobierno vasco se vio obligado a retocar el Plan inicial de Navidad, endureciendo las medidas. Así, se puso especialmente inflexible el día de Nochevieja, adelantándose a un empeoramiento del escenario de la pandemia. Por ello, decretó que entre el 31 de diciembre y el 1 de enero, los encuentros familiares en torno a una mesa para celebrar la salida de 2020, no debían superar los seis comensales.
Toque de queda
Pero las restricciones no se quedaron ahí. Entre las decisiones más contundentes destacaba el temprano cierre de los comercios y de bares y restaurantes, que debían bajar la persiana a las seis de la tarde los días 24, 25 y 31 de diciembre y los días 1, 5 y 6 de enero. Además se adelantó el polémico toque de queda en una hora ya que en Nochebuena y Nochevieja no se podía circular por la calle más allá de las 0.30 horas.
A pesar de las limitaciones vigentes, el virus comenzó de nuevo a escalar y la ola seguiría creciendo hasta convertirse en una de las mayores. Solo una cuestión despejaba el horizonte y es que las primeras vacunas empezaron a inyectarse el 27 de diciembre y abrían un nuevo escenario. ¿Otro espejismo?
4ª OLA ABRIL-MAYO 2021
La ola que obligó a Osakidetza a aplazar cirugías no urgentes
En el Estado español, la cuarta ola del coronavirus tuvo un efecto mucho más contenido que la segunda o la tercera. Comparada con sus hermanas , la cuarta ola no creció mucho porque a las medidas de prevención se sumó la campaña de vacunación, que tras un lento inicio en enero, pegó el arreón en febrero y marzo, primando a los grupos más vulnerables al virus. Además, entre abril y mayo, casi todos los mayores de 50 años ya habían recibido la primera dosis del antídoto.
Por ello, los contagios también crecían en aquellos días de una manera mucho más lenta que antes.
Suspender operaciones
"Tomamos esta decisión porque Osakidetza está en escenario tres, tenemos 192 pacientes ingresados en las UCI, que es una cifra que no se alcanzaba desde la primera ola de la pandemia", expresó el 21 de abril, Víctor Bustamante, director de Asistencia Sanitaria del Servicio Vasco de Salud.
Volvía así a la situación de un año antes ya que en marzo, durante la primera ola, quedó suspendida la actividad quirúrgica de los hospitales de día y toda la cirugía programada, salvo la oncológica y la urgente.
Desde que comenzaron las vacaciones de Semana Santa, Gipuzkoa había sido el territorio que se llevó la peor parte de la cuarta ola, con un incremento sin freno de los contagios.
5ª OLA JULIO-AGOSTO 2021
Un virus escurridizo se ceba con los jóvenes de viaje de estudios
La quinta ola tuvo como desencadenante a los jóvenes, y como estandarte, el macrobrote de Mallorca, donde cientos de estudiantes que hacían viajes recreativos por el fin de curso acabaron dando positivo y terminaron expandiendo el virus por sus comunidades de origen. Y es que el avance de las vacunas hizo que en puertas del verano la tasa bajara a un nivel próximo a 100, la mitad del mínimo hasta entonces, una barrera de 200 que prácticamente suponía un repunte automático cuando se alcanzaba.
De hecho, hubo una comparecencia pública de Urkullu en la que mencionó la posibilidad de desactivar la emergencia sanitaria y desmontar el LABI. Sin embargo, grandes brotes asociados a estos viajes de estudios y a algunas fiestas locales supusieron un cambio drástico.
Porque había otro factor que no se había considerado, los más jóvenes seguían sin vacunar. Los especialistas lo tuvieron claro. "Si hay un grupo susceptible de infectarse y no impones medidas, se contagia. La duda es cuánto y cómo de rápido. Es lo que ha pasado en la quinta ola; los jóvenes, sin vacunar, se han expuesto a la variante más contagiosa del virus sin apenas restricciones, lo que ha producido el crecimiento más rápido de infecciones".
Sin fiestas otra vez
El pico de la ola fue más alto que nunca motivado por la llegada de la variante delta, mucho más contagiosa, que obligó de nuevo a replantearse el objetivo fijado para la inmunidad de rebaño, ya que multiplicaba el nivel de transmisibilidad.
6ª OLA NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2021
La ola de los no vacunados y los daños de ómicronDe nuevo, Euskadi abandera uno de los peores registros de la sexta ola. Noviembre ha sido un mes horribilis. En solo 33 días, los de ese mes y los tres primeros de diciembre, el crecimiento del virus ha sido "muy abrupto y exponencial", pasando de 87 casos de incidencia a 625, cebándose principalmente en los no vacunados.
Los contagios se han disparado y solo entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre se registraron 7.692 nuevos positivos. En los hospitales vascos, los pacientes ingresados en planta aumentaron a 207 y los que permanecen en las UCI habían subido a 55.
Si a primeros de octubre el Gobierno vasco anunciaba la finalización de la situación de emergencia en Euskadi, la semana pasada hubo que volver a activarla. Con el virus avanzando sin control, Lakua puso en marcha de nuevo el LABI que decretó, previa autorización del Tribunal Supremo, el pasaporte covid para el ocio nocturno y los locales de hostelería con más de 50 comensales. La situación es tan preocupante que ahora ya se plantea extender el certificado sanitario a hospitales, residencias y gimnasios.
Qué esperar de ómicron
Aunque por ahora la variante delta es la mayoritaria en Europa y el mundo -con más del 90% de los casos de covid- la OMS da por hecho que ómicron terminará por convertirse en la predominante. Y el Ministerio de Sanidad ha reconocido públicamente sus temores a que ómicron provoque un aumento de las reinfecciones al haber cada vez más evidencia científica de que es más contagiosa.