Paco Camino cortó un rabo en la Chata de Griseras en 1976. Antes, más una pata, había obtenido Julián Marín. Así, el rabo que cortó Ginés Marín a Galanteador, sexto toro del hierro de Manuel Tornay, pasará a la historia de máximos trofeos en Tudela después de 46 años. La polémica ya estaba servida nada más terminar la segunda función taurina y continuará en los coloquios y mentideros de la ciudad ribera por mucho tiempo. Buceando en la historia sin mucho tiempo encontramos ciertas similitudes entre el rabo de Paco Camino y el de ayer de Ginés Marín. En aquella lejana ocasión el maestro de Camas cortó el rabo a un toro que hubo que traerse de urgencia desde la cercana finca de El Ventorrillo para remendar una inválida y mal presentada corrida. Camino aprovechó sus buenas condiciones, lo cuajó y le cortó el rabo. El enfado de la parroquia ribera por el mal ganado corrido se olvidó pronto y en las reseñas de la historia se inmortalizó el éxito. Ayer la corrida de Tornay entró en una cuesta abajo desesperante y protestada a partir del cuarto toro. Tanto este toro como el siguiente, el quinto, que correspondía a Cayetano, dieron un recital de desgarringlamientos, que dirían por Fitero. Manuel Díaz hizo un esfuerzo de tan largo, como aburrido metraje para pillar otra oreja que le valiera el abrir la puerta grande. Imposible cualquier atisbo de encaje y emoción. Cayetano no se anduvo con miramientos y escrutinios de opciones. Abrevió y se agradeció. Era una pena ver a esos animales claudicando constantemente.
La cosa era que Ginés Marín ya había cortado las dos orejas de un admisible Pantera I, toro de corto recorrido, pero que, más o menos, se tenía en pie. La falta de redondez en las emociones, aunque la manufactura fuera limpia y asentada, eran como de una oreja de peso. Pero, bueno, fueron dos. Tampoco habían tenido suficiente báscula de méritos las primeras y sendas orejas de El Cordobés y Cayetano ante dos toricos cogidos con hilos. Eso, si, nobles a más no poder.
El fracaso rotundo, a pesar de los cuatro trofeos repartidos, pareció llegar sin remedio. Nadie esperaba ya una traca final que levantara semejante bajón. Pues estalló con fuerza una inesperada traca. Los protagonista fueron Ginés Marín y el toro más bonito del sexteto, un castaño, bragado, meano y girón que, como se ha mentado, respondía a Galanteador. No hubo acople con el percal. El toro cumplió en un puyazo. Ya a solas torero y burel en los medios, se produjo una sinfonía de temple, ajuste y despaciosidad majestuosa. Ginés templó hasta lo físicamente imposible. Pareció como agradecimiento del diestro extremeño a la banda de Música Municipal que estrenó para la ocasión el pasodoble Ginés Marín compuesto hace pocas fechas por el maestro Miguel Ángel Villalva. Estocada y dos orejas. Y un rabo que se discutirá, pero ahí queda para la historia.
En Lodosa
Corrida de toros (4) de Ganadería de Pincha. El 4º, premiado con la vuelta al ruedo. Actuaron los matadores Mario Sotos (ovación y ovación) y Javier Orozco (ovación y dos orejas).
Los toros
Ganadería. Seis toros de Manuel Tornay. Muy discretos de presentación. Muy flojos. Inválidos el cuarto y el quinto. Nobles y boyantes, con poco gas y fondo los restantes. El que se mantuvo en pie con clase y buen son fue el último.
Los toreros
El Cordobés. (Crema y oro). En el primero, oreja. Y en el cuarto, silencio.
Cayetano. (Tabaco y oro). En el segundo, oreja. Y en el quinto, silencio
Ginés Marín. (Nazareno y oro). En el tercero, dos orejas. Y en el sexto, dos orejas y rabo
Las gradas
Presidencia. Generosa a cargo de Luis Arrondo Franco, asesorado por Curro Lamana y Francisco Javier García Ullate
Ambiente. Tarde veraniega agradable. Casi lleno en los tendido de sombra y predominio del cemento en el sol.