Bienvenido a la Pura vida. Esta expresión no es sólo un eslogan. Es la forma habitual de saludarse entre nicos –así se llaman los nativos– que significa Hola, ¿Qué tal? o Adiós. Lo supe no más aterrizar. Costa Rica es el vergel más codiciado de América y el país más sostenible del mundo. Hoy, aún es posible contemplar grandes iguanas, admirar el vuelo del mítico quetzal, observar a menos de medio metro la siesta de majestuosos cocodrilos, o maravillarse de las gigantescas tortugas verdes (400 kg. de peso) cuando éstas abandonan el océano para desovar. Aunque puede sonar a tópico turístico, esto es sólo un apetitoso aperitivo de lo que uno puede encontrarse en este edénico país, tapizado de selva tropical y acariciado por dos océanos.
DATOS ÚTILES
- Cómo ir: Iberia, Avianca o Air France vuelan a San José.
- Qué comer: lo más típico es el gallo pinto, sabroso sofrito de arroz, verduras y fríjoles. También hay excelente pescado y marisco.
- Qué comprar: artesanía indígena, bisutería, café, licor de café y souvenirs.
- Más información: Instituto Costarricense de Turismo, Plaza de la Cultura, Calle 5. San José, Costa Rica.
A pesar de su pequeña extensión, alberga el 6 por ciento de la biodiversidad mundial. O, lo que es lo mismo: en un territorio reducido, el visitante puede recorrer en poco tiempo montañas, bosques tropicales, volcanes en erupción, ríos torrentosos, lagos, plantaciones, cascadas, y disfrutar de su exuberante fauna y flora, en ambientes llenos de aventura y espectaculares paisajes. Desde los que brindan los numerosos Parques Nacionales, hasta las exóticas playas caribeñas o del Pacífico. Todo esto te regala la naturaleza de este extremo meridional de Centroamérica, que permanece siempre en una eterna primavera. Es tan alta su calidad de vida que, recientemente, este país tropical fue elegido el quinto lugar del mundo para jubilarse.
Volar como Tarzán
El viajero puede integrarse por completo en la naturaleza costarricense. Además de practicar los deportes tradicionales como son el senderismo, la hípica, el surf, etcétera, cualquiera puede animarse a emular al legendario Tarzán ejercitándose en el popular canopy: volar de árbol en árbol, a la altura de sus copas, suspendido de cables a los que te sujetas con arneses. Esta variedad en la oferta es la que ha permitido al país diferenciarse como destino turístico. Lo que, a su vez, ha ido aparejado de una constante política de respeto al medio ambiente. Tan es así, que, actualmente, más del 25 por ciento del territorio nacional está protegido.
En este sentido, y con el fin de cuidar al máximo su ecosistema y facilitar al mismo tiempo el difícil acceso a los hábitats costarricenses, se han ubicado puentes colgantes en los grandes cañones de los frondosos bosques tropicales para atravesarlos rápida y cómodamente. Al margen de la zona del Valle Central, el célebre volcán Arenal, con su genuina pirotecnia nocturna, y los baños termales de Tabacón, son sólo una muestra de lo que ofrece el área norte del país, donde también se encuentra el famoso Parque Nacional Tortuguero.
El litoral del Pacífico brinda exquisitas playas de arenas blancas y agua color turquesa. Y, hacia el sur, nos encontramos con la zona que la revista National Geographic ha calificado como el lugar del mundo “más intenso biológicamente hablando”. Al respecto, baste decir que las playas del Caribe meridional, el Parque Corcovado, en la península Osa, y la costa del Pacífico son los territorios más vírgenes de un país que sabe conservar el más preciado tesoro de nuestro mundo: el oro verde, su naturaleza, ¡el retorno a la pura vida!
Monteverde: Reserva Biológica
No queda otra que extasiarse ante la exuberancia y la belleza con la que la naturaleza se exhibe a lo largo y ancho del país. Resulta difícil no emocionarse ante el espectáculo que ofrece tanto verdor en contraste con la blancura que estalla por el ímpetu del agua al derramarse en cascadas. Tampoco puedes controlar tu emoción al atravesar sus bosques nubosos. Con sus árboles milenarios y sus extraños sonidos. Y la inesperada presencia de animales, como jaguares agazapados, o curiosos insectos. Todos los sentidos se despiertan al entrar en contacto con la naturaleza en su estado más salvaje.
Esta Reserva Biológica es famosa por ser uno de los santuarios de vida silvestre más destacados en los Trópicos del Nuevo Mundo. El visitante puede acceder –observando una serie de reglas– al Bosque Nuboso Monteverde, y recorrer buena parte de él, a la sombra de su húmedo follaje y a través de distintos senderos con una extensión de 13 km. A lo largo de esta incursión, se puede admirar los bosques enanos que, espectacularmente esculpidos por el viento, contrastan con los que han sido protegidos del viento. En éstos, sus árboles lucen majestuosamente altos, adornados con orquídeas, helechos, enredaderas y musgos. Su simple visión te impregna el alma de encantamiento.
Por otro lado, el variable clima y la pronunciada gradiente de altitudes han producido en este bosque una alta biodiversidad. En él habitan más de 100 especies de mamíferos, 400 especies de aves, 120 especies de anfibios y reptiles, y 3.000 especies de plantas y miles de especies de insectos. Esta impresionante vida silvestre incluye el jaguar, el acelote, el danta, el pájaro campana –casi extinto, pero la Fundación Conservacionista protege los árboles específicos de los que se alimenta–, el pizote, el pájaro sombrilla, los monos aulladores, y el mítico y brillante quetzal.
Existen otras fórmulas ecológicas de visitar nuevos bosques. Natural Wonders, por ejemplo, es un paseo tipo teleférico que recorre, a la altura de las copas de los árboles, bosques secundarios. Permite la observación en un paseo cómodo y relajante, sin perturbar el medio ambiente, y protegido el visitante del peligro de los depredadores y especies venenosas. Durante este recorrido se pueden observar, asimismo, nidos de aves, insectos, osos perezosos y monos. También se pueden visitar a pie a través de 38 puentes colgantes, perfectamente camuflados entre el follaje, lo que también permite observar las partes bajas del bosque donde predominan la oscuridad y el silencio.
Si visitas Costa Rica te sentirás afortunado de integrarte de forma tan impactante en la naturaleza y de poder admirar uno de los ecosistemas más ricos del mundo.