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Covid año 0, el mes en el que la Atención Primaria saltó por los aires

El coronavirus dinamitó el funcionamiento de los ambulatorios vascos y originó solo el primer año 270.000 consultas presenciales y 221.000 telefónicas. Varios médicos de AP nos cuentan cómo vivieron el impacto de aquella primera ola
Los aplausos a las ocho de la tarde a los sanitarios fueron aquellos días la tónica en las calles.
Los aplausos a las ocho de la tarde a los sanitarios fueron aquellos días la tónica en las calles. / OSKAR GONZALEZ

Actualizado hace 7 minutos

Más de un millón de casos positivos y más de 8.500 muertos. Cinco años después de que se confirmaran los dos primeros positivos en Euskadi, imposible adivinar la magnitud de la catástrofe.

Y fue el primer nivel asistencial, el de la Atención Primaria, el que sufrió como pocos las heridas del impacto del virus. “Solo se hablaba de las UCI, pero cuando el segundo muro ya no puede más, el primer muro ya ha saltado por los aires”, coinciden muchos médicos.

17.000 LLAMADAS EN UN SOLO DÍA

En los primeros tiempos, se producían en un solo día 17.000 llamadas a los ambulatorios vascos. Pero es que en el primer año en Atención Primaria, el coronavirus originó 270.000 consultas presenciales y 221.000 telefónicas.

En primera línea de fuego, estuvieron cientos de héroes y heroínas, liderando la batalla para salvar a otros. Sometidos a un desgaste físico y psíquico devastador, estuvieron dándolo todo, plan de contingencia tras plan de contingencia.

"LOS AMBULATORIOS NO SE CERRARON NUNCA"

Nerea De Sousa, Jefa de Unidad de Atención Primaria de Osakidetza, desmiente además una leyenda urbana. “Nunca se cerró. Ese es el gran error. Los centros de salud estuvieron abiertos todos los días. Lo único que se cambió fue la manera de ver a los pacientes".

"Al ser una enfermedad que no conocíamos, la recomendación desde Salud Pública fue que se les valorara a priori de manera no presencial. Arrimamos todos el hombro, incluido los residentes. Fueron asistencias telefónicas, con la dificultad que eso conllevaba porque había que valorar al paciente por teléfono; estoy con fiebre, me ahogo, no puedo respirar... y si era necesario le citábamos".

"Si en algún momento lo hemos dado todo ha sido durante la pandemia”, declara la doctora guipuzcoana, recordando una, entonces, inexplorada telemedicina que logró sacar adelante vidas.

"LO PEOR DE AQUELLA ÉPOCA ERA NO SABER QUÉ HACER"

Joseba Atxutegi acaba de ser elegido presidente del Colegio de Médicos de Bizkaia

Joseba Atxutegi acaba de ser elegido presidente del Colegio de Médicos de Bizkaia Colegio de Médicos de Bizkaia

A juicio de Joseba Atxutegi, que acaba de ser elegido Presidente del Colegio de Médicos de Bizkaia, la palabra clave que define aquellos días es “incertidumbre”.

“Yo estaba en un consultorio en la campa de Erandio, con una enfermera y un administrativo, que hacía una labor fundamental de triaje. Y cada día recibías un mensaje nuevo, un protocolo nuevo, no sabías si lo que habías hecho había que repetirlo"...

"No teníamos miedo, nos protegíamos lo que podíamos, pero sobre todo había la incertidumbre de qué hacer. Ibas a visitar a un paciente a su domicilio con una clínica determinada y la duda era cómo proceder. Lo peor de aquella época era el miedo a no saber qué hacer”.

Empezaron a visitar a pacientes en domicilios con mascarillas y EPI si había sospechas claras. “También teníamos abierta la consulta y lo único que procurábamos es que no hubiera gente en la sala de espera. Les citábamos con tiempo suficiente, o les hacíamos esperar fuera para evitar la interacción porque no sabíamos qué patología tenía la persona que entraba. Y ese sistema nos funcionó”.

"NO PUDIMOS EVITAR ALGUNAS MUERTES"

Aún así, Joseba Atxutegi, se lamenta de que no pudieran evitar algunos fallecimientos. “Me acuerdo de un matrimonio de crónicos que fui a visitar el 18 de marzo, ella falleció y él estuvo ingresado muy malito”.

“Se nos murió sobre todo gente mayor. Pero hemos tenido familias completas contagiadas que han estado en diferentes estadios con todos los miembros infectados de covid, unos en UCI, otros en planta, otros controlados por nosotros en casa...”. Y Atxutegi, como médico de familia, hacía el seguimiento global de todos ellos y actuaba de intermediario entre la persona que estaba ingresada y los que se quedaban en casa.

"ESTABA DE BAJA PERO TRABAJABA HACIENDO TELEMEDICINA"

Atxutegi no cayó rápido pero el virus también le sometió. “Yo me contagié tardíamente. Pensé que estaba sano pero estaba en casa de mi madre que se encontraba malita, le hice el test, dio positivo, me lo hice yo y también di. Era asintomático y aunque no puede ir a trabajar, hacía telemedicina y realizaba mis consultas telefónicas, y las de algún compañero desde casa. A pesar de estar de baja, seguí activo porque había que trabajar. Cualquier mano era necesaria”, resalta.

En su opinión, “el peor momento fue cuando nos dimos cuenta de que el virus había llegado a las residencias, con población vulnerable de altísimo riesgo, y que había mucha gente contagiada. Entonces tuvimos sensación de pánico”, señala.

"ME CONTAGIÉ EL 10 DE MARZO, HABÍA VISTO CASOS SOSPECHOSOS SIN SABERLO"

La doctora Carmen Castellano, en su consulta de Aranbizkarra I

La doctora Carmen Castellano, en su consulta de Aranbizkarra I Cedida

Carmen Castellano, doctora de Primaria que actualmente ejerce en Aranbizkarra I, enfermó de covid el 10 de marzo. Se convirtió así en una de las primeras sanitarias infectadas, incluso antes del confinamiento. “Tuve contacto con varios pacientes sospechosos, por ejemplo con uno del brote de Haro, y algún aitite que fui a ver a domicilio y luego falleció. Así que empecé con fiebre y enseguida supe lo que era".

"En aquella época a los sanitarios nos hacían el test, vinieron a casa y di positivo. Durante las primeras semanas de la pandemia estuve confinada en mi casa. No llegué a tener neumonía bilateral pero estuve bastante fastidiada”, confiesa. “Eché a mis hijos de casa, pero el pequeño ya se había contagiado y lloré mucho porque me sentía culpable. Esa sensación de madre contagiadora me creó mucho estrés. También el hecho de estar aislada con aquella incertidumbre”, revela.

"DOS PACIENTES EN NAVIDAD DE 2019 YA TENÍAN COVID"

“Volviendo la vista atrás, creo que dos pacientes que tuve en Navidad, que estuvieron malísimos, también tenían covid, y tampoco lo sabíamos. Y eso que eran dos chicos jóvenes porque entonces estaba en el ambulatorio de Zabalgana y atendía a población más joven”, relata.

Cuando volvió al trabajo, tres semanas más tarde, se incorporó a la consulta covid. “Estábamos trabajando sin muchos medios porque al principio la protección era escasa, te daban las mascarillas contadas, y solo teníamos una equipación rudimentaria, prácticamente bolsas de plástico... era un horror. Pero bueno, salimos adelante”.

Se trabajaba sin embargo con mucha precaución. “Yo no iba a casa de mis padres sin ducharme 20 veces y cambiarme de ropa por el miedo a contagiar”.

"FUE MUY DURO, NO HE TRABAJADO TANTO EN LA VIDA"

“Los primeros días viví la pandemia a través de mis compañeros pero cuando me reincorporé, no recuerdo haber trabajado tanto en toda mi vida. Fue muy duro. Trabajamos con mucha incertidumbre, y recuerdo que aquella Semana Santa fue horrible porque la demanda era altísima”.

Después, Carmen Castellano se ha contagiado dos veces más. Una hace tres años prácticamente asintomática y otra, coincidiendo con la estancia de su padre en Paliativos. También ha seguido viendo muchos casos en la consulta. “Hay picos de covid pero, afortunadamente, sin tanta gravedad ni virulencia”.

"HICIMOS BUZOS CON SÁBANAS IMPERMEABLES"

Nerea de Sousa del centro de salud Dunboa de la OSI Bidasoa

Nerea de Sousa del centro de salud Dunboa de la OSI Bidasoa Cedida

Nerea De Sousa, médico de Osakidetza, estaba trabajando media jornada en el ambulatorio de Atención Primaria de Hernani y otra media en la residencia de ancianos de la localidad. Pero como el problema era tan acuciante, solicitó a Osakidetza que le ampliaran la disponibilidad para estar en la residencia a tiempo completo. “Había mucha más problemática porque había que coordinar servicios de limpieza, de cocina, mantenimiento, con psicólogos, con auxiliares...”.

“Como ya oíamos lo que venía de fuera, empezamos con reuniones, yo me lo tomaría muy en serio, dije, empezaría a mover ficha, a conseguir material, hacer protocolos, circuitos limpios”, explica, asegurando que en febrero en el ambulatorio “ya veíamos pacientes con covid aunque no lo supiéramos”.

“En la residencia me reuní con el gerente y le dije; no hay material, no conocemos la enfermedad, no sabemos nada del virus...” y me dijo “dime Nerea lo que necesitas”. Así que empezamos a guardar lo que conseguíamos como oro en paño, unas mascarillas FPP2 de pintar, lo que fuera.

“Me acuerdo que hicimos buzos con unas sábanas impermeables que había en la residencia. Nos ayudó a hacer los uniformes hasta la costurera del pueblo. Fue todo muy casero, pero hubo mucho trabajo en equipo”, añade.

"HABÍA QUE ATENDER A 110 PACIENTES PLURIPATOLÓGICOS"

De Sousa admite que “no fuimos de las primeras en caer, pero claro que hubo casos”. Todo con la dificultad de atender a 110 internos pluripatológicos, polimedicados, pacientes de riesgo que vivían en zonas comunes con lo cual el virus se propagaba fácilmente", indica esta facultativo guipuzcoana.

“Fue muy duro para los profesionales, habia que estar muy vigilantes. Las pruebas, la gestión de contactos fue muy complicada"", dice De Sousa.

"El miedo era sobre todo llevar el virus a casa. Yo me quedaba en ropa interior en el rellano, y me iba de puntillas al baño a ducharme. Metía la ropa a la lavadora, comía dos cosas y nos reuníamos otra vez todos para coordinar cómo lavar utensilios, la ropa, los circuitos, cómo aislar a la gente porque no había suficientes habitaciones... En esa temporada me sentí la peor madre del mundo porque no veía a mis hijos pequeños. Casi todas las madres estaban en casa y yo, sin embargo, siempre trabajando”, recuerda.

2025-03-01T11:06:14+01:00
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