"Ha sido cosa de quince días. Un amigo me dijo que había quedado libre este local y que podía encajar con mi negocio. Y aquí estamos”. José María Rivas, Chema, quizá le suene a más de uno. “Fui jugador del Izarra (portero durante dos temporadas, de 2007 a 2009), y tenía ganas de volver por aquí, porque tengo muchos amigos en Pamplona”. De hecho fue una etapa brillante la del guardameta porque, según recuerda, el equipo estellés "quedó campeón de Tercera y subimos a Segunda B".
José María Rivas ahora se dedica a la hostelería y ha montado en tiempo récord un local en una de las arterias de moda del Ensanche de Pamplona, en la avenida de Roncesvalles. Lo que fuera la cafetería Bidaurreta, que cerró en el mes de abril después de casi cuatro años de andadura, será desde este sábado (abre a las 16.00 horas) el segundo establecimiento de Crepecatessen, la marca de crepes y gofres que Rivas ideó y puso en marcha con gran éxito en la Gran Vía de Logroño hace casi 10 años, y que ahora comienza a expandirse. “En Logroño no había nada de este estilo y así surgió la marca”, señala Rivas, quien añade que “no se trata de ninguna franquicia de fuera, es un modelo de negocio propio”, recalca. Incluso la materia prima y las salsas “las hacemos nosotros en nuestro obrador”. Habrá además, smoothies, batidos y zumos.
Crepecatessen, que en Logroño cuenta con un local de 250 m2, adaptará su oferta para Pamplona: “Como tenemos solo 50 m2, van a ser más crepes y gofres para llevar. No habrá carta, sino que la puedes pedir en el momento y añadirle los toppings, dulces o salados, y las salsas y cremas, de 15 a 20, que quieras”. Take away para comer en casa o en la calle, sobre cartones biodegradables. “La idea es abrir de 4 de la tarde a 10 de la noche, entre semana, y hasta las 11 y media los fines de semana”, explica José María Rivas, quien reconoce estar encantado con el aterrizaje en la capital, porque “es una ciudad que me encanta”. En el nuevo negocio de crepes estarán trabajando tres personas, y “yo estaré yendo y viniendo”.
El bocado francés para comer con la mano se hace un nuevo hueco en la capital.