El mismo día en el que había ejecutado una agresión tan brutal que no le costó la vida a su mujer de puro milagro, y que aun así le ha causado unas heridas y secuelas gravísimas y crónicas, a Santiago Martínez le ofreció la Policía Foral regresar a su domicilio para realizar una reconstrucción de los hechos. Declinó hacerlo y quedó detenido en la comisaría de Estella. “Dijo que no quería ir por consejo de su abogado y que si queríamos, nos guiaba por la vivienda si le llamábamos por móvil”, afirmaron los instructores del atestado que se dirigieron a la casa.
Todos ellos, igual que los expertos de Policía Científica, afirmaron que pese a su experiencia en escenarios de crímenes y hechos delictivos la que se encontraron en Azagra era “una escena dantesca, que impresionaba, quizás la escena en la que hemos visto una mayor cantidad de sangre de nuestras vidas. Era muy violento, con un olor a sangre coagulada”, describieron.
Incluso los sanitarios tuvieron que usar un abrigo y una lámina para colocarlos en el suelo y no resbalarse cuando asistían a la víctima. No había cristales rotos en el lugar, pese a que el procesado viene a decir que se le intentó agredir antes con un espejo que en realidad se encontraba en su habitación. Y sí se apreciaban siete golpes fallidos en las paredes, compatibles de haberse efectuado con el bastón con el que agredió a la víctima. “Había desperfectos en la pared, con manchas negras, como las gomas del bastón, y que indicaban golpes con trayectoria de arriba hacia abajo”.
Los agentes de Policía Científica describieron los distintos rastros, tipo y morfología de sangre encontrada en el dormitorio. Todo el material sanguíneo encontrado pertenecía a la víctima. Ni una gota era del acusado. Hicieron una reconstrucción en 3D para conocer las zonas de impacto, que determinaron que eran tres. Y manifestaron que la hipótesis más posible es que la agresión comenzara con la víctima en el suelo , entre la cama y el armario, un traumatismo que no generó mucho sangrado, y que luego sufriera el resto de impactos (cabeza y cara) en la cama, que sí causaron grandes manchas.
“Le tuvo que golpear estando la víctima en una posición inferior, él de pie, ella en la cama”. Además, los investigadores aclararon que para que se produjeran las proyecciones en sangre que encontraron, era necesario que primero se hubiera dado un primer impacto que rompiera los huesos del cráneo y generara una acumulación previa de sangre, a partir de la cual, con golpes repetidos en la zona, se esparce. Los primeros agentes en asistir a la víctima fueron un guardia civil y un policía local. Ambos se encontraron a la mujer “muerta o medio muerta. Al acercarnos oímos un hilo de respiración. Ni hablaba ni respondía a nada”.