Llegan nuevos aires, aires de renovación, a las sociedades de Iruña. Y tienen nombre de mujer porque serán ellas las que lideren un cambio que, aunque se ha hecho esperar, ha venido para quedarse. La vecina de Barañáin Cristina Pérez será la primera socia de Gure Leku, casi 50 años después de la fundación de esta sociedad gastronómica y tras un proceso de transformación interna que, dicen sus socios, “comenzó hace ya unos años”. La tarea no ha sido fácil y ha habido que modificar los estatutos y conseguir quórum y mayoría en asamblea pero los esfuerzos no han sido en vano y reconocen, ahora, que este paso forma parte de “un proceso natural” que “podía haberse producido antes, o no. El caso es que los socios lo demandaban y queríamos hacerlo ya”, valoran el presidente, Antonio Zubieta, y el vicepresidente de la entidad, Peio Eguren.
En marzo del año pasado quedaban en Iruña al menos cuatro sociedades gastronómicas que no admitían mujeres. Ahora ya son tres. Y es que aunque las de reciente creación no hacen, por lo general, este tipo de distinciones, las más antiguas se crearon sólo para ellos (así lo recogen en sus normativas), igual que sucedió antaño con las peñas, aunque éstas nacieron antes y abolieron la norma también de manera más temprana –algunas desde los años 60 (las más adelantadas) y ya en los 90 las más tardías–.
Gure Leku nació como sociedad gastronómica en 1975 en la calle Jarauta para ocupar el local de un antiguo secadero de plátanos que escondía, en el sótano, una enorme bóveda que todavía conserva y un espacio que -sin duda-, es un regalo. Fundaron la entidad cuadrillas del Anaitasuna y el Club Deportivo Pamplona, en años en los que en la ciudad comenzaba a tomar fuerza eso de asociarse y juntarse para celebrar. Cuenta con 210 socios y sitio para hasta 90 personas en su gran comedor (en el piso de abajo), al que se suma otro más pequeño, para unas 20, arriba, junto a la cocina, un almacén, oficina y aseos. “Cada vez vienen más familias con niños, hemos hecho algún cambio y hemos adaptado los espacios, también para hacerlos más accesibles”, cuentan desde la sociedad.
Periodo de transición
Reconocen en Gure Leku que están en “un periodo de transición. Somos los que nos estamos haciendo mayores y tenemos que ir dejando hueco a lo que viene, para que las sociedades no se mueran. Tenemos que ir pensando en el futuro y hace falta relevo generacional”. Hace ya más de una década que decidieron que los socios mayores de 65 años debían “ceder” el testigo, su voto –aunque podían seguir siendo socios–, a sus hijos, sobrinos o nietos. A familiares varones (hasta ahora), para facilitar la incorporación de gente joven. Pero tenían pendiente este cambio, tan significativo, después de un recorrido en el que las mujeres –en origen– tenían prohibida la entrada a la sociedad. Más tarde se les permitió acudir los sábados, domingos y festivos, y posteriormente cualquier día, siempre que acudieran acompañadas de un socio aunque sin poder entrar en la cocina.
“Lo de ir acompañado de un socio es algo obligatorio para cualquier persona que no lo sea, es así como funcionan las sociedades. No considero que seamos una sociedad machista, siempre ha habido muy buen ambiente. Que no entraran mujeres era lo natural aunque había que empezar a pensar algo. Ha habido un movimiento de gente joven dentro de la junta que lo ha impulsado, y eso ha sido clave, nos ha motivado a todos a dar el paso”, cuenta el presidente. Había gente que lo pedía, “así que lo fuimos madurando. Creamos una comisión, estudiamos cómo se podía hacer, vimos que había que cambiar de arriba a abajo los estatutos… Celebramos una asamblea extraordinaria, que tenía que tener un quórum mínimo, y fue algo complicado, pero se aprobó y salió el sí por amplia mayoría”, explica Eguren.
La cita para cambiar los estatutos y permitir la entrada de las mujeres estaba programada para el 19 de marzo de 2020, pero con la pandemia hubo que posponerla. Así que Cristina ha tenido que esperar hasta este pasado mes de noviembre para poder ser socia oficialmente. Eso sí, tiene ya mesas reservadas para este fin de semana y para el que viene, “voy a traerme a la cuadrilla para hacer una comida, tenía ganas de poder disfrutarla yo también”. Pero lo mejor, reconoce, es que va a coger el testigo de su padre, Simón: “Él estaba aquí estupendamente, cuando se jubiló venía muchísimo, es donde estaba a gusto y es lo que me ha transmitido. Yo he venido aquí desde pequeña y tenía muchas ganas de ser socia”, reconoce.