Cristina Rivera Garza (México 1964) es una de las escritoras latinoamericanas más interesantes del momento. Su último libro, El invencible verano de Liliana, ha golpeado las conciencias de medio mundo. La escritora ha tardado treinta años en reunir fuerzas para contar la historia de la tragedia que vivió su hermana, asesinada por su exnovio, para poder, al fin, cerrar el círculo de ese dolor gracias a las palabras.
En 1990, Liliana Rivera Garza, una estudiante de arquitectura de veinte años, había decidido dejar definitivamente a su novio pero él no quiso asimilarlo y fue asesinada por ese joven obsesivo, que la chantajeaba cada vez que ella quería dejar la relación. El crimen quedó impune.
No le gusta escribir novelas cómodas.
Uno de los tantos poderes de la escritura consiste en lanzar preguntas y subvertir narrativas que muchas veces pasan por eternas. Para mí lo importante es la capacidad del lenguaje para poner en cuestión y subvertir, cuando se pueda, las narrativas del poder, con las que pretenden convencernos de las cosas son así y que así se van a quedar. Me gustaría imaginar que mis libros son capaces de generar otros tipos de futuros.
Supongo que una de sus novelas más personales y difíciles habrá sido ‘El invencible verano de Liliana’.
Así es, en él exploro el feminicidio del que fue víctima mi hermana menor hace 30 años. Es un libro para el que me he estado preparando todo este tiempo, no lo hubiera podido escribir antes sin el lenguaje que nos ha ofrecido las distintas movilizaciones de mujeres, sin otro vocabulario que nos permite contar esta historia fuera de las narrativas patriarcales, más allá de las narrativas del poder.
¿El libro ha sido una forma de cerrar el duelo?
Ha sido muy interesante que un duelo que había sido silenciado, el que vivimos mi familia y yo, se ha transformado en un duelo colectivo y en un abrazo muy amplio marcado por la empatía. Yo creo que eso es un ejemplo de lo que puede ser la palabra compartida. El feminicidio es un problema que afecta a todo el mundo. Estamos hablando de cifras que no deben existir y me parece importante poner énfasis en que hay otra forma de contar estas historias para tener a todas las mujeres que hemos perdido presentes, cerca de nosotros.
¿El libro ha conseguido reabrir el caso, ha conseguido dar con el rastro del asesino de su hermana?
Gracias a lo que me han escrito lectores y gente interesada, tengo más información de la que tenía antes. Toda esa información está en manos de la fiscalía de la ciudad de México, que, de manera poco sorpresiva, no ha hecho absolutamente nada desde que la tienen. Por un lado, está la literatura que hace el trabajo de memoria colectiva y por otra parte, las instituciones que siguen igual. En 1990 hubo una orden de detención porque una jueza encontró que había suficientes evidencias para hacerlo y muy pronto el asesino huyó y vivió con un alias en California, que segun la información que me ha llegado, es posible que haya muerto el 2 de mayo de 2020.
Como dice, el lenguaje tiene mucho poder...
Hemos adelantado muchísimo, existe el término de feminicidio no solo como una cuestión de cultura popular sino como una figura legal, lo cual es importantísimo. Existe esta toma constante del espacio y del lenguaje público. Tenemos una generación aguerrida de mujeres jovenes que están muy conscientes de que los derechos que se han ganado se pueden perder y hay que seguir defendiéndolos.
Novelista, poeta, cuentista y ensayista. Ha abordado todos los géneros.
Me siento igual con todos los géneros, no hago un trabajo para sentirme cómoda, siempre hay una tensión y una fricción, que para mí son importantes para estar continuamente como en estado de alerta. Es la mejor forma creativa.