Crítica de 'American carnage', de Diego Hallivis: La revancha de los márgenes

El segundo largometraje de los hermanos mexicano-estadounidenses Diego y Julio Hallivis, American carnage, ha dado al público de la Semana de Cine Fantástico y de Terror exactamente lo que ofrecía en los primeros minutos de su metraje: una historia de trazo grueso sobre la inmigración en un EEUU influenciado aún por las políticas de Trump. Es de trazo grueso, decimos, pero esa es su principal virtud, porque en ningún momento plantea, ni quiere plantear, ningún matiz gris en su discurso en contra de las peligrosas posiciones del alt-right. American carnage, es decir, Matanza o carnicería americana, es la manera en la que los Hallivis invierten la idea del sueño americano, al explorar la posibilidad de que uno de los Estados de la Unión apruebe la expulsión de los inmigrantes y también de sus hijos, aunque hayan nacido en terreno estadounidense. Como manera de evitar la expatriación el Gobierno federal ofrece a los protagonistas de esta producción, que aunque es americana ha sido íntegramente rodada en inglés en Madrid, los papeles a cambio de cuidar a ancianos. Dos pájaros de un tiro: que los habitantes de los márgenes se hagan cargo de otro colectivo que también es rechazado por la sociedad. Con enormes dosis de buen humor, la gruesa crítica a las políticas raciales, se torna en denuncia económica sobre el Capitalismo, al reflejar que, en la estela de Soilent Green, el Atlas de las nubes y, en cierta manera, Tiempo, los ancianos son procesados como carne picada para convertirse en hamburguesas con las que alimentar a los inmigrantes que, a su vez, se convertirán en ancianos. Y así, en bucle, hasta que los marginados rompan la cadena. No se dejen impresionar por lo macabro, si tienen estómago, se reirán a carcajadas.