Al Alavés le ha abandonado definitivamente la fortuna en esta temporada. Todo es susceptible de empeorar en estos últimos tiempos donde no hay forma humana de llevarse una alegría a la boca. Hasta los días donde el equipo hace méritos para, al menos, sumar un punto y subir su autoestima de cara a la cruenta pelea por la permanencia, la fortuna le da la espalda a los discípulos de Mendilibar.
Porque muy poquito, más bien nada, necesitó un ramplón Barcelona para llevarse tres puntos completamente inmerecidos de Mendizorroza. El jarro de agua fría llegó en el peor momento cuando la afición saboreaba un empate muy trabajado, que perfectamente pudo ser un botín superior a lo largo del partido debido a dos clarísimas ocasiones desperdiciadas ante Ter Stegen.