El hermano del que fuera presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, también es un rompecorazones. Su nuevo romance nos ha dejado a todos sorprendidos.
Hablaremos además de los increíbles números de la serie The Crown y de la caída de Jorge Sanz, obligado a hacer un Deluxe ante sus apreturas económicas.
La seducción de los Sarkozy
De mayo de 2007 a mayo de 2012 la República Francesa tuvo como presidente a un señor de derechas que, inexplicablemente, levantó pasiones dentro y fuera de sus fronteras. Imposible olvidar el divorcio de Nicolas de Cécilia Attias, nieta del compositor Isaac Albéniz y prima de Alberto Ruiz-Gallardón, para darse picos con Carla Bruni. También su hermano Oliver ha protagonizado más portadas 'cuore' que la mismísima Catherine Deneuve. Algunos lo llaman el "atractivo" de los Sarkozy.
The Crown
Señoras, señores, es la gallina de los huevos de oro. La joya de la corona de Netflix. ¡Y nunca mejor dicho! La famosísima serie creada por Peter Morgan en noviembre de 2016 para la plataforma de streaming estadounidense ya forma parte de la cultura pop. Es todo un símbolo de una época, la actual, como los 90 están adscritos a Los Simpson o los primeros años del nuevo milenio pertenecieron a Las chicas Gilmore y a Hospital Central. Basta con fijarse en un dato, el económico, para cerciorarse del poderío de esta ficción que narra el polémico reinado de Isabel II. Según las malas lenguas, las dos primeras temporadas costaron 100 millones de dólares cada una, y la cuarta elevó su coste por encima de los 144 millones. Al parecer, reunir todos esos decorados, disfraces, actores, joyas, guiones... tiene un precio aproximado de 13 millones de dólares por episodio. Una factura totalmente disparada si la comparamos, por ejemplo, con la serie más cara del panorama estatal, Cuéntame, que durante 2020 por cada episodio pasó un coste total de 645.000 euros. Eso sí, la audiencia planetaria de este drama histórico alcanzó el pasado mes de enero a 73 millones de hogares en todo el mundo.
Donde dije digo, digo Jorge Sanz
El cine y la tele no van de la mano. Al menos, en tierras castellanas. El séptimo arte sigue mostrando aires de superioridad respecto a su embelesadora hermana pequeña. Injustamente, y durante años, le ha tratado de menos, de segundona, de mera caja tonta. Una opción solo meditable para actores y actrices de infumable flema cuando la propia industria (o el teatro) les han dado la espalda. Entonces sí, muy listos, el arrastre por un fajo de billetes ha estado justificado. ¡Bien lo sabe Jorge Sanz!