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Cuando el coche se convierte en arma

Josetxo Etxeberria, en el lugar donde se produjo el accidente mortal.

Los accidentes de tráfico ocurren a millares cada día, con diferentes consecuencias. Malas condiciones climatológicas, un mal mantenimiento de las infraestructuras viarias, fallos técnicos de los vehículos... Los motivos son de lo más variados, pero, lamentablemente, el factor humano suele resultar muchas veces crucial en los siniestros en carreteras: la alta velocidad al volante, así como el consumo de alcohol y drogas, provocan sucesos que en ocasiones resultan irreversibles.

Bien lo sabe Josetxo Etxeberria, quien en 2007 fue víctima de una de estas actitudes irresponsables que destrozan vidas. El coche que conducía su suegro y en el que viajaba toda su familia colisionó en Hernani con un vehículo que circulaba a gran velocidad (144 kilómetros por hora en un tramo de 70) y que invadió el carril contrario. El conductor arrojó una tasa de alcoholemia de 2,5 miligramos por litro de aire respirado. El resultado: su suegro falleció en el acto y el resto de la familia resultó gravemente herida.

Han pasado 16 años desde entonces y Etxeberria prosigue con su lucha particular: se niega a que le consideren víctima de un accidente de tráfico e insiste en la necesidad de incorporar, tanto a nuestro vocabulario diario como al código penal, la perspectiva de la violencia vial, porque recuerda, “cuando uno bebe y decide coger un coche está asumiendo un riesgo” que puede tener consecuencias fatales. “La gente no es consciente de que se cometen auténticas barbaridades en la carretera. Nos escandalizamos porque un chaval de 20 años salga con un cuchillo una noche, pero no porque alguien borracho y drogado coja el coche”, denuncia.

Demanda que el mismo camino que se ha realizado en las últimas décadas con la violencia machista, se haga en este ámbito: “A nadie se le ocurre ya hablar de crimen pasional cuando una mujer es asesinada, o de brote de locura si una persona mata a sus hijos. Si un tío va borracho y mata a dos personas, no han muerto en un accidente, han sido asesinadas por un borracho. Somos víctimas del lenguaje que hemos asumido”, señala.

Para revertir esta situación son necesarias las campañas de sensibilización y educación vial, pero también endurecer el código penal, ya que, a su juicio, “matar en España sale muy barato”.

Recogida de firmas

Denuncia que hoy en día es imposible saber la cifra exacta de personas que fallecen a consecuencia de la actitud de conductores imprudentes: “No se sabe. La cifra de muertos en carreteras que se da no es real, porque solo se cuentan los fallecidos en las primeras 24 horas desde el accidente”.

Por todo ello, Etxeberria ha puesto en marcha una recogida de firmas en la popular página change.org. “Necesitamos una modificación de la ley para que realmente seamos conscientes de las consecuencias de nuestros actos cuando cogemos un volante, porque desgraciadamente, esto le puede pasar a cualquiera, todos nuestros nombres están metidos en el bombo”, recuerda.

13/02/2023