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Vida y estilo

“Cuando el dolor no se va hay que mirar atrás”

La psiquiatra Anabel González quiere, con su nuevo libro titulado ‘Lo que no pasó’, ayudar a curar las heridas que nos dejan el abandono, la ausencia y las pérdidas
Anabel González, psiquiatra, acaba de publicar ‘Lo que no pasó’.
Anabel González, psiquiatra, acaba de publicar ‘Lo que no pasó’. / A.G.

La psiquiatra considera que las palabras que no se dijeron cuando alguien nos hirió, el que no nos vean, el sentir que no importamos o que no existimos para las personas que son significativas para nosotros puede ser más doloroso que un golpe o que un insulto. ¿De qué manera influye lo que no pasó en lo que nos ocurre ahora? “Sus efectos son muchas veces silenciosos, latentes, profundos si no aprendemos a conocernos nosotros mismos”, explica Anabel González.

QUIÉN ES

Anabel González es psiquiatra, psicoterapeuta y doctora en Medicina. Directora del Instituto Médico Imaya, ha coordinado durante años el programa de trauma y disociación del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña. Presidenta de la Asociación EMDR España, forma a especialistas y da cursos sobre esta metodología terapéutica en institutoimaya.com. Es también tutora de doctorado en la Universidade da Coruña, codirectora del curso de especialista de EMDR de la UNED y profesora en el máster de Psicoterapia con EMDR de ese centro. Es autora de Lo bueno de tener un mal día, Las cicatrices no duelen, ¿Por dónde se sale?, No soy yo y otras obras.

Nuestro cerebro es un filtro selectivo. Si solo dejara pasar lo bueno que sucedió, ¿podría estar jaqueándome mi bienestar emocional por no dejarme explorar lo que no sucedió?

Sí. O también lo malo que me sucedió porque necesitamos toda la información para calcular bien los parámetros de lo que vamos a hacer; necesitamos verlo todo y más o menos al mismo nivel.

¿Qué consideramos “que no sucedió”, un desafecto, un ninguneo, un abandono, una traición… de otros, o de nosotros mismos por no haber hecho? ¿No es una autotrampa?

Podemos haber experimentado la falta de todas esas cosas y de muchas otras. A veces, simplemente que no haya alguien ahí ayudándonos a entender las cosas o incluso a ordenarlas, en el sentido amplio de la palabra, puede hacer que haya aprendizajes que no se hayan producido y entonces tenemos que empezar desde cero. Entender que nos falta ese aprendizaje nos ayuda a ser más comprensivos con nosotros mismos y a saber dónde tenemos que trabajar. No creo que sea una autotrampa; aprendemos de lo que vivimos, no podemos aprender de otra cosa. Y también nos podemos enseñar cosas.

Anabel González es autora de títulos como ‘Lo bueno de tener un mal día’ y ‘Las cicatrices no duelen’.

Anabel González es autora de títulos como ‘Lo bueno de tener un mal día’ y ‘Las cicatrices no duelen’. A.G.

¿Puede afectar a la salud mental este pasado que no pasó?

Claro que sí. En las situaciones más graves es donde se ve más claro, pero también en muchas cosas y experiencias cotidianas. Si vamos a la negligencia o al abandono, vemos que produce huellas muy potentes, y alguien que ha experimentado sensaciones de abandono puede vivir toda su vida marcada por eso y procura aferrarse a las relaciones, aguantar cualquier cosa para que no le abandonen, vivir toda la vida con el miedo a que le dejen... y esto arruina muchas veces las relaciones que pudieran funcionar y precipitar otro abandono. Las personas importantes de nuestra vida acaban abandonándonos porque nos aferramos demasiado a ellas y, a veces, las ahogamos.

El malestar emocional es evidentemente una losa vital, pero ¿cómo evitarlo si es algo que no sucedió? ¿O quizá si sucedió, pero solo en mi pensamiento?

Lo que yo tengo dentro de mi pensamiento es una realidad porque está en mi mente; los recuerdos nunca son transcripciones literales de lo que ha pasado. Si nos juntamos con un compañero del mismo año del colegio, seguramente recordamos cosas bastantes distintas. Y si se sienten emociones, no hay que pensar si algo pasó literalmente así o no, sino pensar qué significa, cómo me hace sentir y cómo lo puedo cambiar. Lo más importante es que trabajemos en cómo cambiar las cosas, no para evitar el malestar que forma parte de la vida, porque no hay manera de evitarlo. Lo importante es saber gestionar ese malestar de una manera productiva, que no se alargue más de lo necesario para poder solucionar lo que me lo causa y que no me lo siga generando.

Lo que no pasó podría explicar nuestro malestar emocional, ¿más o menos que lo que sí ocurrió? ¿O nuestro recuerdo termina haciendo un mix quimérico de ambos?

Las dos cosas; si yo paso una situación difícil y tengo un amigo que es un apoyo, quizás el recuerdo que me quede sea del apoyo en un momento en el que lo necesité mucho. El mismo recuerdo sin ese apoyo o con alguien haciendo más faenas quizás sea un recuerdo totalmente distinto todavía, un recuerdo emocional diferente. Así que pase o no pase, mientras nos pasan las cosas que no pasan, es super importante.

¿Recordar y explorar este pasadoquenopasó no puede enredarnos en un bucle de impotencia o incluso de melancolía?

Si nos dejamos caer por ahí sí, pero la idea de mi libro precisamente es entrar, con una serie de pasos, para que eso no suceda, porque no sirve para nada sumergirse en un agujero negro de desolación y abandono. Hay que entender que eso está ahí y que influye en las decisiones que tomamos ahora; no son cosas del pasado, porque siguen activas. Por ejemplo una persona que sigue sin tolerar estar solo, hace lo que sea para no estarlo, porque tiene sensaciones de soledad muy duras y no necesariamente de la infancia, también pueden ser de una relación. Y se paga un precio altísimo por no tener esa sensación de nuevo. Entender esto no es descargar, sino comprender lo que pasa para saber en qué tengo que trabajar. A lo mejor me tengo que reconciliar con la soledad y aprender a disfrutarla y buscar compañías que me aporten, pero no pagar cualquier precio para que haya alguien ahí.

¿No podría atraparnos el malestar emocional al explorar nuestro pasado como consecuencia de mezclar pensamientos y realidad?

No. Creo que la realidad nadie la conoce, todos los recuerdos, en cierto modo podríamos decir que son falsos, porque no los recordamos de la misma manera. Son recuerdos emocionales y no se trata de que hagamos novela histórica, sino precisamente una novela emocional y remontarnos un poco al inicio; entrar sin escarbar significa precisamente no machacarnos, no darnos la vuelta, intentar analizar exactamente lo que pasó. No interesa tanto las precisiones de lo que ha sido, sino saber emocionalmente lo que significó para mí, y lo que sigue significando ahora y cómo puedo cambiar lo que no me interesa mantener, porque igual también hay cosas que me interesan seguir con ellas. Pero si hay algo con lo que no me siento cómodo, por ejemplo, cómo escojo las parejas, cómo me sitúo con las amistades, cómo me relaciono con mis hijos, con mis compañeros de trabajo, con mis jefes, hay que reconocerlo. Entender por qué me pasa lo que me pasa es el primer paso. ¡Cómo solucionamos un problema si no sabemos cuál es!

Si algo no pasó, y como la máquina del tiempo solo existe en nuestra cabeza, ¿no es una autotrampa de dolor? ¿Se puede salir de este abismo de dolor por algo que no es ni fue?

Claro que se puede, el dolor se cura; el organismo tiene sistemas programados para curar el dolor. Cuando el dolor no se va es que hay ahí algo que no está funcionando bien. ¿Porqué es importante mirar atrás? Porque el principio de la historia suele estar ahí, en algún momento anterior en el que empezó el sistema nervioso a funcionar como funciona. En algún sitio lo aprendió. Y ahí seguramente hasta tenía sentido. Por ejemplo, si yo crezco en el desierto no me voy a poner a pensar en todos los platos ricos que podría comer, como lo que tengo y ya está. Si salgo de ahí, igual tengo que empezar a saborear comidas que ni siquiera conozco. Si como lo que siempre he comido, sigo igual de desnutrido que siempre. Para poder avanzar necesito entender cómo se generaron las cosas, cómo me siguen influyendo y a partir de ahí también aprender a hacer cambios, y no solo mirando atrás, también tengo que mirar hacia adelante para saber lo que quiero y dónde puedo trabajar para que sea diferente. A lo mejor el entenderlo bien me ayuda a escoger dónde vale la pena sembrar.

Aunque todos recordemos con dolor algo que no sucedió, ¿a quién/quiénes dirige en especial su Libreta de recursos nutritivos, guía de recuperación de nosotros mismos?

La idea es que el lector que lea este libro lo haga de una manera interactiva y haciendo su propia reflexión y con apuntes. En cierto modo construyendo algo al tiempo que va leyendo. Podemos leerlo de un tirón, pero creo que para las personas que han vivido experiencias dolorosas de abandono o de pérdidas, el tema de la libreta es particularmente importante porque no es bueno sumergirnos de todo, hay que darse tiempo para sedimentar las cosas. Sumergirnos en esas emociones no es constructivo; entenderlas, conectar con ellas, aprender a hablarlas, a escribirlas, a dibujarlas sí, porque nos ayuda a deshacerlas. También hay que aprender a pensar en esas cosas de una manera productiva y para que no nos resulte todavía más doloroso; el objetivo nunca es ese. Cuando tenemos estas historias que han formado parte de nuestra vida mucho tiempo, se nos puede crear dentro la sensación de que no hay nada que hacer, pero he visto a mucha gente recorrer caminos de salida de este tipo de sensaciones y sé que se puede hacer crecer cosas hasta en el desierto si conseguimos buscar el agua y los nutrientes adecuados.

2025-04-04T16:07:36+02:00
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