Te levantas de la cama, te das una ducha, bebes un rico café que te pone en marcha y, antes de arreglarte y vestirte, te cepillas los dientes. Y así todos los días. Pues bien, puede que sin saberlo no lo estés haciendo bien.
Nuestros dientes están protegidos por una capa externa, el esmalte, la superficie más dura de nuestro cuerpo. Sin embargo, esa fortaleza no lo hace indestructible y hay determinados alimentos, sobre todo los ácidos, que pueden dañarlo seriamente. Entre ellos están los cítricos que, en forma de zumo de naranja o camuflados en otras sustancias, se cuelan habitualmente en nuestro desayuno.
Además, un estudio de la Escuela de Odontología de Bristol (Inglaterra) defiende que las bacterias de la placa combinadas con un carbohidrato fermentable que está muy presente en alimentos típicos de nuestra primera comida del día, como la fruta, la miel, la leche y el pan, hacen que se produzca más ácido en la boca.
Por esto, y para proteger los dientes de esos ácidos, los expertos recomiendan lavarse los dientes antes y no inmediatamente después de desayunar. Aseguran que el aumento de ácido incrementa la erosión del esmalte y lo hace más susceptible de ser dañado por la pasta dental.
Estimulación de la saliva
Otra razón por la que nos aconsejan lavarnos los dientes antes de desayunar está en la saliva, cuya producción se estimula con el cepillado. Este fluido tiene un alto poder desinfectante y mata muchas bacterias de la boca que son peligrosas para el esmalte y para nuestro sistema inmunológico.
Durante el día, actividades como hablar, comer o beber ralentizan la acción de las bacterias. Sin embargo, durante la noche, los microorganismos aceleran su actividad y ese es el motivo de que despertemos con la boca seca y con mal aliento.
Así, si nos lavamos los dientes nada más levantarnos, eliminaremos todas esas bacterias, evitaremos las caries y ciertos problemas gastrointestinales al ingerirlas. Además, el desayuno nos sabrá mejor.
Antes y después
Si pese a todo no quieres renunciar a sentir tu boca limpia y tu aliento fresco, lo cierto es que también puedes cepillarte los dientes después de desayunar. Lo único que tienes que saber es cuándo y cómo hacerlo. Si, como ya henos dicho anteriormente, has tomado en el desayuno algún alimento ácido, deberás esperar media hora para que se regule la acidez en tu boca. También sería conveniente enjuagarte con un vaso de agua antes del cepillado, precisamente para evitar el posible efecto abrasador de la pasta.
De esta forma, lo ideal es lavarnos los dientes justo al levantarnos de la cama y media hora después de cada comida, incluido el desayuno, durante dos o tres minutos por sesión. Así, protegeremos el esmalte de los dientes, tanto de las bacterias acumuladas durante la noche, como de los ácidos consumidos durante las comidas.