La primera llamada fue en primavera. Y fue una de esas que, por inesperadas y por la importancia de la noticia, giró las emociones de Miriam como un carrusel. Después de varios años inscrita en el registro de donantes de médula ósea, una persona enferma de leucemia en Francia hizo match con los parámetros de esta vecina de Arguedas de 34 años. Una grata coincidencia que, tras meses de estudios médicos, se cristalizó en una donación que tuvo lugar en julio.
El tejido de esta técnico de laboratorio –que no son más que células madre, no confundir con la médula espinal– viajó hasta el país galo para ayudar al receptor a combatir su enfermedad. Como toda donación de este tipo la de Miriam fue especial por lo complicado que es encontrar a un donante compatible, pero en su caso tuvo un factor más de satisfacción: su sobrino, a los tres años, también necesitó un trasplante. Por ello, ella siente que lo suyo ha sido corresponder a la persona de Alemania que le salvó la vida al pequeño.
¿Cómo dio el paso a ser donante de médula?
Soy donante de sangre desde que cumplí los 18 años y al final ves folletos, a la gente... Y ya tenía conciencia en ese sentido.
¿Ya era donante antes del problema de salud de su sobrino o se hizo después?
Ya me había hecho donante de médula antes de lo de mi sobrino, pero sí que es verdad que cuando nos tocó a nosotros tener que buscar a una persona anónima para eso está claro que coges más conciencia de lo que hay y de lo difícil que es encontrar un donante, y eso que tuvimos mucha suerte y al chico le ha ido súper bien.
¿Cómo recibió la noticia cuando le dijeron que, en principio, era compatible con esa persona?
No me lo podía creer. Me quedé en shock, porque es una llamada que no te la esperas en la vida porque como es tan difícil tener compatibilidad me quedé muy sorprendida. Y también fue una gran alegría, por supuesto.
Y después de esa llamada, ¿cuántas pruebas se realizó para determinar la compatibilidad?
“ ”
–Me llamaron en mayo de este año y me dijeron que soy compatible con una persona que necesita médula. Ahí somos un grupo con varios candidatos que han salido positivos en el registro de donante. Te hacen una pequeña entrevista personal, donde te preguntan por los antecedentes familiares, tu estilo de vida, enfermedades que has pasado, y si estarías dispuesto a continuar adelante, porque hay gente que cuando llega la hora se echa para atrás. Además, me hicieron una segunda analítica para confirmar el positivo. Al mes siguiente me llamaron y me dijeron que yo había sido la seleccionada, por compatibilidad de sangre y sobre todo también por el estilo de vida, que les encajaba el no fumar, no beber normalmente, hacer deporte... Todo influye, aparte de que en sangre era la más compatible con la persona que lo necesitaba. Esto fue a finales de junio, y me dijeron que corría bastante prisa porque es una leucemia, y para final de julio hago la donación. Previamente sí que me hicieron muchísimos análisis de sangre, exploraciones físicas con médico... Creo que no me han mirado todo tan bien nunca (risas). Lo hice todo en Navarra, y todo pagado por la Fundación Josep Carreras: los traslados al hospital, comer, el perder días en el trabajo, las bajas… No acarrea ningún gasto, algo de lo que no te das cuenta hasta que te toca.
¿Cómo fue el momento de la donación?
Mi donación fue por aféresis. Existen dos opciones, una punción o la aféresis, aunque siempre intentan hacer la segunda porque es la menos dolorosa para la persona que lo realiza. Cinco días antes de la donación te tienes que poner unas inyecciones en casa, nada complicado, y esos días estás un poco cansada, como la sensación de estar con gripe, y tienes un poco de dolor en el hueso de la cadera. Esos días también estás de baja. Y luego ya fui al hospital, por la mañana. La donación duró cuatro o cinco horas, y en ella te extraen sangre, una máquina coge las células y te devuelve tu sangre. Y en el mismo día ya te mandan a casa.
¿Cómo se sentía los días posteriores?
Yo realicé la donación un miércoles, y sí que es verdad que los dos días siguientes estaba muy cansada. Al final te han movido toda la sangre del cuerpo. Pero no es algo muy incapacitante, ni nada que te impida hacer una vida normal. Yo incluso iba a la piscina a la tarde, y hay gente que ni lo nota.
Imagino que a ese cansancio también le acompañaría una gran sensación de satisfacción al haber salvado la vida a alguien con un pequeño gesto.
Sí, sentía que había hecho el mayor regalo que le puedes hacer a alguien que no conoces, porque es que estabas salvando una vida. Estaba muy cansada porque la medicación te hace estar así, pero es que estaba tan feliz... No le pasa a cualquiera. Aparte, yo conozco la otra cara de la moneda, de la familia que está recibiendo la donación. En el caso de mi sobrino vino de Alemania, porque el registro de la Fundación es a nivel mundial.
Conociendo los dos lados de la donación, ¿ha sido una forma de agradecer la que recibió su sobrino?
Cuando me llamaron y lo hice tuve la sensación de que es devolver lo que pasó en mi casa, porque a mi sobrino también le ha cambiado la vida y le han regalado una. Entonces es mucha satisfacción.
¿Qué tal se encuentra él?
Muy bien, la verdad que han pasado tres años y se encuentra de maravilla. Además, como estás en ese mundo conoces a muchos niños que reciben trasplante y pueden seguir adelante. Ahí ves la realidad de lo necesario que es la donación.
Cuando le explicaste que tú ibas a hacer lo que alguien hizo por él, ¿qué te dijo?
Se puso muy contento. Y eso que es muy pequeño, que tiene seis años, pero se enteran de todo. Mi hermana (su madre), tiene un agradecimiento infinito con una persona a la que no conoce, porque todo es anónimo, y cuando me llamaron a mí dijo “a una familia le acaba de tocar la lotería”. Es esa sensación.
Viendo lo vital que es la donación para la persona que lo recibe y lo importante del registro, ¿qué le diría a la gente para que se anime a dar el paso de hacerse donante?
Les diría que es un gesto totalmente altruista que no cuesta nada, porque realmente a ti no te cambia nada la vida, y lo que puedes hacer es tan grande como salvarle la vida a una persona, que no hay nada más grande que puedas hacer. Y nunca se sabe si en un futuro tu también podrás necesitarlo.