Al igual que en la final de Copa de 1916, el Athletic logró cantar bingo ante el Real Madrid en la cita por el título copero que albergó el estadio de Montjuic en junio de 1930. La manera en la que se produjo la victoria, sin embargo, nada tuvo que ver. Si por un contundente 4-0 vencieron los leones en la primera de las dos contiendas citadas, por un apretado 3-2 y en la prórroga se impusieron en la segunda en medio de la más absoluta adversidad. Después de adjudicarse LaLiga sin perder un solo partido, con un balance de doce triunfos y seis empates para un total de 63 goles a favor y 28 en contra, el conjunto bilbaino hincó el diente a una Copa que le exigió al máximo desde la primera eliminatoria frente al Racing de Santander al verse obligado a remontar en San Mamés un 3-0.
Lo consiguieron los vizcainos (5-1), que despacharían a la Real Sociedad en octavos de final, al Real Unión en cuartos y al Barcelona en semifinales para citarse con el Real Madrid en una final en la que cayeron lesionados hasta cuatro jugadores del Athletic. A la importante baja de Roberto Etxebarria se unieron, primero, los contratiempos físicos de Bergara, Iraragorri y Lafuente en el transcurso de un partido en el que los tres tuvieron que hacer de tripas corazón al no existir todavía los cambios.
Con solo ocho jugadores en plenas condiciones afrontaron los rojiblancos gran parte de la segunda mitad tras alcanzar el tiempo de descanso con un favorable 2-1 gracias a los goles, precisamente, de los a la postre tocados Iraragorri y Lafuente, quien consumó la hazaña de ganar al Real Madrid en la prórroga, con Gorostiza también lastimado para entonces, con un tanto en el minuto 115 que mandó al limbo los goles de los madridistas Lazcano y Triana.