Recién estrenada la primavera llega el turno de reconfigurar nuestros relojes y adaptarlos ya al denominado horario de verano. Como todos los años a finales del mes de marzo se implantará el ansiado cambio de hora que retrasa el anochecer, nos acerca un tiempo meteorológico que trae mejores temperaturas y alarga el día, llegará la madrugada de sábado al domingo del último fin de semana. Por consiguiente, tendremos una hora menos para dormir, o para estar de fiesta, y durará 23 horas en lugar de 24 horas.
Es el llamado cambio de hora del verano, aunque en realidad debería llamarse de primavera al realizarse realmente en primavera. De hecho la primavera comienza el miércoles 20 de marzo de 2024 a las 4 horas y 6 minutos. Durará 92 días y 18 horas, por lo que terminará el 20 de junio, cuando dejará paso al verano. Normalmente, el inicio de esta estación, o equinoccio, tiene lugar entre el 19 y el 21 de marzo, ya que viene marcado por el instante en que la Tierra está en una determinada posición en su órbita alrededor del Sol.
Pero el cambio al denominado horario de verano es este último fin de semana de este mes. La madrugada del sábado día 30 al domingo día 31 hay que adelantar una hora los relojes para adecuarlos al nuevo horario de verano en España. Esa noche a las 2 habrá que poner las manecillas del reloj a las 3. Esto en la Península y Baleares, ya que los residentes en Canarias deberán de realizar el cambio a la 1.
Ahorro
Con este tradicional ajuste horario se pretende acomodar la jornada laboral a las horas efectivas de luz para lograr un ahorro energético. Si el tramo horario del día en el que se registra mayor actividad coincide con el tramo con más horas de luz la necesidad de usar electricidad se rebaja drásticamente. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) cifra el ahorro anual que para España supone el cambio de hora en unos 150 millones de euros. Por contra el cambio al horario de verano puede provocar, sobre todo los primeros días, problemas de adaptación, cansancio, ligeros desajustes alimenticios, somnolencia durante el día, dificultad para conciliar el sueño por la noche, etc.
El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó en marzo de 2022 las fechas del cambio de horario hasta el año 2026, por lo que hasta ese año, como mínimo, se tendrá que cambiar la hora en España. Cada último sábado de los meses de marzo se cambiará la hora en España. En 2024 en la madrugada del día 31; en 2025, el día 30; y en 2026 será el día 29 de marzo. ¿Significa esta publicación oficial que estamos ante el fin del tradicional cambio de hora dos veces al año? Muchos así lo ven, aunque sea en el horizonte de 2026. Una decisión que podría tomarse antes en el marco de la UE. De momento habrá cambio de hora al menos hasta 2026.
La Comisión Europea maneja una encuesta que señala que el 84% de la ciudadanía europea está a favor de terminar con el cambio de hora. Sin embargo en la Unión Europea la falta de consenso entre los Estados no ha permitido tomar una decisión, a pesar de que Bruselas cuestiona su utilidad y plantea su eliminación.
En España, concretamente, un 64% de los encuestados estuvieron de acuerdo con terminar para siempre con la costumbre de cambiar el horario en invierno y en verano.
Pero de momento, y atendiendo a lo que dictamina el BOE, parece ser que habrá cambio al menos hasta 2026. Y a partir de entonces ya veremos.
Desde 1940
No todos los países cambian la hora, y de hecho ahora Estados Unidos también dejará de hacerlo debido a una ley que ha aprobado de forma reciente el Senado.
El cambio de hora llegó a España en 1940, cuando el dictador Francisco Franco decidió adelantar 60 minutos el horario español. Hasta ese momento los españoles habían vivido con el horario del meridiano de Greenwich (GMT+0), el de Reino Unido y Portugal.
En 2018, la Comisión Europea puso sobre la mesa la posibilidad de suprimir los cambios de horario y quedarse con una única hora durante todo el año, pero aún no se ha acordado una decisión consensuada entre los miembros de la UE.
Son muchos los expertos que ponen en duda los pretendidos ahorros energéticos que actualmente pueden suponer estos dos cambios al año y destacan la repercusión negativa, aunque no dañina, en la salud y la vida cotidiana de los ciudadanos.