Cuarta vez que unos desconocidos destrozan el desfibrilador de uso público instalado en la avenida de Pío XII, ha denunciado el Colegio Oficial de Enfermería de Navarra. El ataque más reciente contra la torre de cardioprotección, en funcionamiento desde el 17 de enero de 2020, tuvo lugar el pasado 16 de septiembre y son ya cuatro los actos vandálicos que ha sufrido la torre de cardioprotección desde el 22 de mayo de este año.
En todos los ataques a la torre, los autores han procedido a la extracción del desfibrilador y del kit de control de hemorragias. Aunque el DESA se ha podido recuperar posteriormente por la Policía Municipal, gracias a que está dotado de un sistema de geolocalización, el citado kit tiene que ser repuesto después de cada acto vandálico, con el consiguiente gasto. Igualmente, ha habido que reparar algunos elementos de la torre.
La torre fue instalada por el Colegio frente a su sede gracias a un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Pamplona. Además de contar con un desfibrilador semiautomático (DESA), que puede ser utilizado por cualquier persona que sea testigo de una parada cardiaca, incorpora como novedad un kit con material para el control de hemorragias.
Tras este nuevo ataque, la presidenta en funciones del Colegio de Enfermería de Navarra, Arantxa Osinaga, advierte de las graves consecuencias que puede tener dejar inutilizado el desfibrilador, cuando está señalizado y el vecindario conoce su existencia. "Pensemos en alguien que sufre una parada cardiaca. Una de las personas que le atiende en un primer momento acude confiada hasta la torre del Colegio en vez de ir a por otro desfibrilador y se encuentra que no está: perdería un tiempo esencial para salvar la vida del afectado", detalla.
La presidenta en funciones del Colegio confía en que los autores de estos hechos se den cuenta del peligro que pueden acarrear sus acciones para la ciudadanía y espera que no se vuelvan a repetir actos de este tipo. "Por un lado están las molestias para los vecinos cada vez que el dispositivo es atacado y suena la alarma, siempre de noche; el trabajo que supone para la Policía Municipal y los Bomberos al tener que intervenir; y los gastos de reparación y reposición de material. Pero lo fundamental, y más preocupante, es que llegue a darse el caso de que una persona que sufra una parada cardiaca en la zona no pueda ser reanimada en el menor tiempo posible porque el desfibrilador haya sido sustraído o no funcione correctamente tras un ataque", concluye Arantxa Osinaga.