No es ninguna coincidencia que numerosas localidades costeras vascas tengan a la ballena como elemento diferencial en sus escudos. Los ejemplos son inumerables, a un lado y al otro de la muga: Bermeo, Lekeitio, Ondarroa, Getaria, Orio, Hondarribia, Hendaia, Biarritz...
La razón no es otra que siglos atrás, especialmente entre el XIV y el XVII, la pesca de los cetáceos era una rentable actividad. La industria ballenera fue enormemente fructífera, e hizo que algunos marineros no dudaran en traspasar los confines del mar Cantábrico y alcanzar las costas de Islandia. Y en ese remoto lugar, el 19 de septiembre de 1615 sucedió un hecho que hizo saltar por los aires la hasta entonces relación de armonía entre vascos e islandeses: la matanza de los vascos, una norma vigente hasta 2015, cuando fue derogada. La historia será tratada este domingo por el programa Cuarto Milenio, dirigido por Iker Jiménez en la que será su tercera incursión en la costa vasca.
La Nave del Misterio –de la mano de su reportero Carlos Largo, con la colaboración del lekeitiarra Ibon Pérez– buceará a partir de las 21.30 horas en la matanza acaecida tras una tremenda tormenta en el fiordo Reyhjafjördur, cuando cerca de 80 arrantzales, dejadas atrás sus embarcaciones, se vieron abocados a sobrevivir como pudieron al frío invierno islandés. Su idea era volver a Donostia, pero no tenían barcos para el viaje de vuelta a casa. Tras dividirse en dos grupos para pasar el invierno, uno comandado por Martín Villafranca –y que intentó viajar a Dyrafjorour– y otro que puso rumbo a Vatneyrira (Patreksfjorour), lo cierto es que 32 de ellos fueron asesinados con gran brutalidad tras una persecución organizada por el gobernador y delegado de la corona danesa, Ari Magnússon. El motivo no era otro que los arrantzales trataban de hacerse con víveres para soportar las gélidas temperaturas.
Entonces se abrió la veda a la caza de los vascos, que hasta esa fecha habían mantenido buena relación con los islandeses, incluso ideando un rudimentario idioma común (más bien una especie de pidgin), el vasco-islandés, “un chapurreo empleado por ambas comunidades para comunicarse a un nivel básico”. Así lo asegura Ibon Pérez, eslabón indispensable para que Cuarto Milenio vuelva a interesarse por este tema que atañe a los arrantzales vascos. El programa de Cuatro ya trató hace algún tiempo los misterios del lazareto instalado en la isla lekeitiarra de Garraitz o la terrible galerna de 1912, que tiñó de luto Bermeo, Lekeitio, Elantxobe y Ondarroa, en la que 141 arrantzales fueron tragados por el Cantábrico.
Vigente hasta 2015
“Hasta 2015, había una ley oral no promulgada que permitía asesinar a vascos y eso es lo que recordamos”, asegura Pérez, que ha tomado parte activa en las grabaciones que se han efectuado en el archivo de Gipuzkoa de Oñate, en Pasaia “y en diferentes puntos de Euskadi como Donostia para arrojar un poco de luz sobre el asunto, recogiendo documentos antiquísimos de la época”. En el reportaje también han recogido las aportaciones de Xabier Agote, director de la Factoría Marítima Vasca, Albaola; el historiador Michael Barkham –hijo de la prestigiosa Selma Huxley, la descubridora de las pesquerías vascas en Terranova–; y el bilbaino Aitor Aspe, director del documental Baskavigin, “que habla del asesinato de los balleneros y se estrenó en el Zinemaldia”.
“Ha sido increíble bucear en esta historia, conocer los hechos que llevaron a que las hasta entonces pacíficas relaciones entre vascos e islandeses acabaran con una matanza. Y que durante generaciones, hasta el año 2015, existiera una ley oral que permitiera hacerlo”, ahonda el colaborador lekeitiarra, quien avanza que quizás la próxima incursión de Cuarto Milenio pueda darse en aguas más cercanas, entre su localidad natal y Ondarroa.
Se había cifrado en 31 o 32 el número de fallecidos en la matanza de 1615, aunque “los expertos estiman que podrían acercarse a los cuarenta”, ahonda Pérez. La norma que amparó matar vascos en Islandia fue revocada hace escasos ocho años, cuando las autoridades islandesas de entonces incluso instalaron una placa en homenaje a aquellos arran-tzales asesinados y cerrando una etapa negra de la historia.