Ministro de Cultura y portavoz de Sumar o, tal vez, viceversa: Ha sido la víctima número ene de un micrófono que aparentemente estaba cerrado. Suele ocurrir, especialmente cuando uno se confía y, en un lugar repleto de cámaras y teléfonos móviles, actúa como si nadie pudiera oírle. Así fue como le pillaron anteayer desfogándose ante el diputado de ERC Francesc-Marc Álvaro después de que Junts les tumbara la senda de déficit, paso obligado para la elaboración de los presupuestos. Se le oye decir que “es una hostia para el Gobierno”, aunque lo que verdaderamente me llamó la atención fue que le estuviera contando a Álvaro que en el Consejo de Ministros, la titular de Hacienda, María Jesús Montero, les había dicho que el acuerdo con los de Puigdemont “estaba atado”. ¿Dónde queda lo de la obligación de mantener en secreto lo tratado en el Consejo?
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Cuatro letras a Ernest Urtasun
Pone en evidencia a su Gobierno