Probablemente de entre las plantas ornamentales, una de las más populares sea el geranio. De hojas verdes muy intensas, con unas flores de fuerte colorido, especialmente las rojas, aunque las blancas y las rosas también cuentan con una gran aceptación, pueblan ventanas, balcones y terrazas para dar vida a fachadas de casas y edificios.
Además son muy agradecidas en cuanto a cuidados y riegos. Resisten bien el calor del verano y los cuidados de los jardineros novatos, así como los inevitables embates de parásitos y enfermedades. Por ello suelen ser la elegidas para iniciarse en las tareas florales.
Pero siempre se les puede ayudar a que luzcan un poco mejor, a que su vida sea más confortable y sana.
Los geranios, los pelargonium en su denominación botánica, son plantas de exterior que prosperan en climas templados y con el mimo adecuado puede florecer casi todo el año. De entre las más de 200 variedades que existen en el mundo, las más comunes en nuestras casas son el común o mediterráneo, el gitanilla o de hiedra, el pensamiento y el limonero. Todos ellos necesitan similares cuidados para que alcancen su máximo esplendor.
Una de las primeras cosas que necesita un geranio es luz. Mucha. Y si es directa mejor. Lo recomendable es un mínimo de 6 horas diarias de luz. Por ello, si el balcón o la ventana están orientados al sur, estupendo. Pero, ojo, el sol puede acabar quemando, así que si se puede le ofrecer algo de sombra en las horas más fuertes del mediodía, lo agradecerá. Que tenga una zona de semisombra un rato será una buena medida.
Evidentemente, el sol y el calor resecan. Las altas temperaturas del verano son un elemento de riesgo para las plantas que se combate con la hidratación, con el riego. Los geranios son especialmente resistentes a estas circunstancias, pero no son inmunes, por lo que es importante regarlos. En principio, con dos veces por semana es suficiente. Por si acaso, comprobar que el sustrato, la tierra debe estar ligeramente húmeda.
De todas formas, no hay que saturarlo de agua y retirar toda la que escurra y llegue al platillo sobre el que se coloque el tiesto. Esta medida evitará que las raíces se pudran y muera la planta.
Para ayudar a una mejor floración, el abonado de la tierra es prácticamente obligado. Esta labor conviene empezarla en primavera, cuando comienza el despertar después del invierno y mantenerlo a lo largo de toda la temporada. Una vez al mes suele bastar si es un abono orgánico (compost, humus, abono verde, guano, estiércol mezclado con algo de tierra para facilitar el drenaje). Si lo que se usa es fertilizante químico, cada seis semanas durante la época de floración. En este último caso, seguir cuidadosamente las indicaciones que dé el fabricante.
Al comienzo de la primavera no debe descuidarse la poda de las hojas y ramas muertas o marchitas, ya que de esta forma se facilita la inminente floración. La recomendación es cortar las ramas delgadas y más débiles directamente desde la base. Solo debemos dejar los brotes laterales más fuertes. Una semana después de la poda saldrán las ramas nuevas y, posteriormente, las flores. Acabado el verano llegar el momento de sanear la planta de geranio y empezar a prepararla para el invierno. En otoño podremos hacer la poda general, aunque siempre dependerá del crecimiento del geranio..
Advertencia si tienes mascotas
Los geranios incluyen compuestos que son ligeramente tóxicos para para perros y gatos. Al ser ingerida, esta planta puede causar debilidad, descoordinación al caminar, temblores y dilatación de las pupilas. Así que si tienes una mascota en casa, ten mucho cuidado y mantén alejados los geranios de ellos.