Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) lo dejan claro: la esperanza de vida media en el Estado español es de 83 años, pero la esperanza de vida saludable –considerando como buena salud la ausencia de discapacidad– solo llega hasta 70 años (70,4 años en mujeres frente a los 69,4 en los hombres).
Nueve de las quince enfermedades más frecuentes entre quienes tienen reconocida una discapacidad son neurológicas, con dolencias como el ictus, el Alzheimer, el Parkinson o la ELA liderando la clasificación, aunque tampoco se pueden olvidar otras como la migraña, la epilepsia, la esclerosis múltiple o la demencia frontotemporal, también muy prevalentes y con altos índices de discapacidad.
Cerca de 20 millones personas en el Estado español superan los 50 años, y a partir de esa edad, más del 50% de la población padece una enfermedad crónica. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), las enfermedades neurológicas son las responsables del 44% de la discapacidad por enfermedad crónica y del 50% de los años perdidos por discapacidad.
A medida que cumplimos años, mayor es la posibilidad de que padezcamos algún tipo de enfermedad neurológica crónica, ya que la edad es uno de los factores de riesgo que con mayor frecuencia se asocian a la aparición de estas dolencias.
Pero “aunque el paso del tiempo no sea algo que podemos modificar, sí lo son muchos otros factores de riesgo para el desarrollo de estas enfermedades”, comenta Jesús Porta, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “Está comprobado que llevando hábitos de vida cerebro-saludables se podrían prevenir muchas enfermedades neurológicas. Por poner algún ejemplo, estamos hablando de cifras como que hasta el 90% de los casos de ictus o más del 30% de los casos de Alzheimer y epilepsia se podrían llegar a evitar, lo que supone reducir en más de 120.000 los nuevos casos que se producen cada año en España solo de estas tres enfermedades, si la población comenzase a tomar conciencia de la importancia que tiene cuidar el cerebro, y más si lo hacemos desde que somos niños, aunque nunca sea tarde para empezar”.
Sin discapacidad
“Una de las mayores claves a la hora de prevenir la aparición de enfermedades neurológicas es fomentar la reserva cognitiva, es decir, estimular el cerebro con actividades que ayuden a aumentar la conectividad entre neuronas. Para ello debemos realizar actividades que nos permitan ejercitar nuestro cerebro con el objetivo de que funcione de una forma más eficaz. Y esto se hace realizando cualquier tipo de actividad de corte intelectual, como leer, estudiar, socializar, jugar…”, explica José Miguel Láinez, presidente de la SEN. “Al igual que todos sabemos que es necesario dedicar tiempo a realizar ejercicio físico para mejorar nuestra salud corporal, deberíamos saber también que debemos dedicar tiempo a mejorar nuestra salud cerebral”, añade.
CONSEJOS PARA UN CEREBRO SANO
Realizar actividades que estimulen la actividad cerebral y te mantengan mentalmente activo como leer, escribir, memorizar números de teléfono, participar en juegos de mesa, realizar actividades manuales, completar crucigramas, aprender y practicar un nuevo idioma, etc.
Ejercitar algún tipo de actividad física de forma regular, bien sea mediante la práctica de un deporte o realizando uno o dos paseos diarios de al menos 30 minutos.
Potenciar las relaciones sociales y afectivas evitando la incomunicación, el aislamiento social y el estrés.
Llevar una dieta equilibrada, evitando el exceso de grasas animales y de sal, y potenciando el consumo de frutas y verduras.
Mantener hábitos de vida saludables sin consumo de alcohol, tabaco y drogas, y dormir ocho horas diarias.
Controlar la hipertensión, dado que es el principal factor de riesgo de enfermedades cerebrovasculares como el ictus.
Proteger el cerebro contra las agresiones físicas del exterior mediante la utilización sistemática del cinturón de seguridad en los vehículos y del casco cuando se viaja en moto.
Pero el cerebro también se beneficia de otros hábitos de vida saludables. “Además de la inactividad intelectual, otros factores que también están involucrados en la aparición de las enfermedades neurológicas son la inactividad física, el tabaquismo, la hipertensión, el consumo de alcohol, la depresión, la diabetes o la contaminación del aire. Por lo tanto, evitando estos factores, siguiendo una dieta mediterránea, intentando tener un buen estado anímico y buscando la socialización, estaremos ayudando a reducir la prevalencia y progresión de muchas enfermedades neurológicas”, concluye Porta.
Y es que además, las enfermedades neurológicas son responsables del 23% de los años de vida perdidos por muerte prematura, y las causantes del 19% de las muertes que se producen cada año en el país.
Asimismo, según el último informe que la SEN realizó al respecto en 2018, la mortalidad por enfermedades neurológicas ha aumentado en los últimos diez años un 18,5%. Ictus y Alzheimer vuelven a ser las enfermedades neurológicas que lideran los rankings en mortalidad.
“Teniendo en cuenta que se estima que en 2050 más del 30% de la población española tendrá más de 65 años, si no se toman medidas el número de pacientes con enfermedades neurológicas aumentará de una forma muy considerable. Las estimaciones apuntan a que en ese 2050 se triplicará la incidencia del Alzheimer y que en los próximos diez años aumentarán un 45% las muertes por ictus y un 25% el número de supervivientes de ictus con discapacidad. Por lo tanto, debe ser responsabilidad de todos pensar que, a pesar del envejecimiento, hay que intentar mantener un buen estado de salud cerebral que nos permita vivir con la mejor calidad de vida posible”, señala José Miguel Láinez. Un objetivo que en buena medida depende de cada uno de nosotros.