Una pregunta en el aire: “¿Qué es lo que más le preocupa de Joseba Ezkurdia?”. Darío Gómez lo tiene claro: “Su juego de aire y el ritmo que imprime a la pelota. Es muy duro físicamente”. La sentencia continúa: “Sobre todo tengo que evitar que entre de volea, porque si lo hace es capaz de cambiar el tanto en un solo pelotazo. Tendré que moverme muy rápido para jugar con la derecha y meter la pelota en la pared. Si me pongo de zurda y él de volea, tendré poco que hacer”. El delantero de Ezcaray se explica como un libro abierto. Analiza como si tuviera un ordenador sobre los hombros. Además, no se muerde la lengua. Por ejemplo, cabe recordar que de sus labios nació la frase que mejor define a Jokin Altuna: “Es un animal competitivo”, dijo, precisamente, antes de verse las caras en el Manomanista de la pasada campaña.
El Ogueta de Gasteiz abre este viernes la segunda jornada del Grupo B de la liguilla de cuartos de final, a partir de las 21.00 horas, en un cruce que puede considerarse como un billete virtual a las semifinales. Buen botín.
Darío ya es una realidad en la élite. Lo viene demostrando desde el mano a mano de 2020. En aquella ocasión, con el título de campeón de Promoción de 2019, alcanzó las semifinales desde la previa de Aspe. Fue un formato clásico, de eliminatorias. Como cabeza de serie, una campaña después, fue apeado por un gran José Javier Zabaleta a las primeras de cambio (22-5). El golpe no frenó la progresión del riojano, que en 2022, ya con el formato actual en liza, tumbó a un campeón, Urrutikoetxea, con problemas estomacales, por un claro 22-5 y puso contra las cuerdas a otro, Jokin Altuna, que se revolvió a tiempo (pasó del 13-19 al 22-19), y dio un recital pegador en otra derrota a manos de Zabaleta. El ezcarayense llegó a la cita oficial con el trote de haber pasado tres previas con brillantez y las manos no le aguantaron. No pudo cerrar su participación de blanco. Renunció al tercer partido. Aspe valoró su despegue con algunas oportunidades en verano. La irrupción meteórica de Aitor Elordi en la firma de Eibar, no obstante, cercenó parte de sus posibilidades de entrar en el Parejas.
Ante Ezkurdia asume protagonismo en un envite de altos vuelos. A Darío, brillante desde la niñez –proviene de la generación del 96, de la que también destacan Altuna III, Irribarria o Elordi–, se le podría calificar como manista de cocción lenta, si bien la excepción son los casos del amezketarra o el aramarra. Debutó en 2015. El camino ha sido largo. Vuelve a tener a tiro de piedra las semifinales.
Cotas más altas
“Mi objetivo principal era lograr ese primer punto y luego dar guerra a Erik Jaka y Joseba. Todavía queda mucho camino para pasar de ronda, pero es mi siguiente meta. Una vez que estoy aquí, hay que buscar cotas más altas”, describe el pelaire.