Darío Gómez lleva un Manomanista para enmarcar. Se mece en la semifinal del 21 de mayo en el Ogueta de Gasteiz, en la que jugará contra el ganador del partido entre Laso y Elordi de este viernes en Bilbao.
Está en las semifinales del Manomanista. Misión cumplida. ¿Qué significa para usted?
—Más que una misión cumplida, el primer objetivo era clasificarme para los cuartos de final. Ganar a Aitor Aranguren (22-6) me daba la oportunidad de jugar tres partidos contra los de arriba. Una vez que alcanzas la liguilla, la meta es seguir avanzando. Intentas ir día a día, sin mirar demasiado al futuro, porque te puedes llevar chascos. Gané los dos primeros partidos –contra Peio Etxeberria (22-19) y Joseba Ezkurdia (10-22)– y me salieron las cuentas. Estoy contento.
En 2020 fue semifinalista y el año pasado hizo un campeonato soberbio pese a no entrar en cuartos. Fue penalizado por el mal de manos. Darío no sorprende, ¿no?
—Cada uno ve las cosas a su manera. Para unos seré una sorpresa y para otros no. Intento hacer mi trabajo lo mejor posible día a día para tener más oportunidades para jugar contra los de arriba. Es complicado. Vengo de disputar partidos de Segunda en los últimos meses y el ritmo y el material cambian. Es difícil enfrentarse a los primeros espadas. Además, tienes presión por intentar demostrar en el torneo que mejor se te da. Cuando vas pasando rondas, te sientes más tranquilo.
El año pasado sí fue beneficioso, dado que Aspe le dio la opción de disputar algún estelar en verano y fue titular en San Mateo.
—Sí. Está claro que se vive del presente. El mano a mano pilla cerca del verano y es necesario hacer las cosas bien para que la empresa te dé más oportunidades y partidos bonitos. Por ahora estoy centrado en el Manomanista y luego ya echaremos cuentas.
“ Vengo de disputar partidos de Segunda durante los últimos meses y la velocidad y el material cambian ”
Es cabeza de serie para 2024.
—He hecho un buen trabajo hasta ahora, pero ya que estamos aquí, vamos a seguir soñando.
Este domingo jugó su tercer partido de la liguilla sin nada en juego y ganó a Jaka por 18-22. Sin embargo, dispone de cuatro semanas desde que conoció su clasificación –el 22 de abril– hasta la semifinal –el 21 de mayo en Gasteiz–. ¿Cómo gestiona la preparación?
—Estamos intentando meter un poco más de carga. Está claro que no vas igual que en otras fases en las que sabes que te juegas todo a vida o muerte; entonces, enfocas solamente el partido y buscas estar lo más fresco posible. Ante Erik Jaka pretendía llegar bien, más que nada por mantener las sensaciones; sin embargo, en el físico nos hemos dirigido más hacia la semifinal. La idea es salir al cien por cien en el Ogueta.
También es necesario cuidar las manos, ¿no?
—Intento hacer un entrenamiento fuerte antes de empezar el campeonato, pero después no. Cuando jugaba en Promoción, sí que hacía algún ensayo duro. Hago alguna sesión técnica con situaciones en las que quiero hacer hincapié y no me meto muchas palizas, porque muchas veces te llevas golpes malos y no estás en condiciones óptimas. Lo ideal es r bien de manos.
Nació en 1996 y es de la misma generación que Elordi o Altuna III. ¿Es más normal la cocción de pelotaris como el de Mallabia o usted que la explosión del amezketarra?
—Sí. En la pelota es complicado ir cogiendo poso poco a poco. Tienes que demostrar desde el principio. La política de las empresas es intentar sacar figuras lo más rápido posible, que debutes hoy y pasado mañana estés en los estelares. Es complicado mantenerte seis o siete años en Segunda y luego explotar, porque parece que se te han pasado el tren y las posibilidades de demostrar. Muchos compañeros no han llegado a los 26 en profesionales y la mayoría de los deportistas no alcanza la plenitud hasta los veintipico, cuando coges el nivel máximo de maduración tanto físico como mental. Aitor y yo hemos tenido momentos en la cuerda floja y, por suerte y hacer las cosas bien, hemos gozado de más oportunidades.