El cine clásico se entiende por lo fluido. Transcurren los planos con sutileza, como un río sin cascada. El relato sin interrupciones. Nada de artefactos, disrupciones y trampantojos. La complejidad de lo sencillo. Darío es una fiel defensor del clasicismo.
Su propuesta es la arquitectura de la eficacia y la eficiencia. Un saque punzante, velocidad con la derecha y la dejada y el dos paredes como armas hirientes. Alejado del frenesí y del juego de aire que ha colonizado la pelota, el riojano ha fundamentado en la pegada y el saque su contundente victoria ante Agirre por 22-14.
El riojano accede a la liguilla de cuartos del Cuatro y Medio, donde se medirá con Peio Etxeberria en Soria con el recetario y los preceptos del juego a bote, ahora vilipendiado, como bandera. En el Cuatro y Medio, donde todo ocurre tan deprisa que la duda no es asumible, se precisa un plan y sostenerlo. Prohibido pensar. En una concatenación de la acción y la reacción, Darío se ha agarrado a su manual de estilo para dislocar a Agirre, que ha sostenido la mirada del riojano hasta el meridiano. Sin embargo, siempre ha dado la impresión de que el iruindarra no tenía el mordiente del de Ezcaray, mandón con una derecha en combustión a pesar de la tensión que ha agarrotado a los dos protagonistas en Lekunberri.
Impulsado por un saque venenoso, -ha totalizado 7 tantos con el disparo inicial- ha ido horadando la resistencia de Agirre, más defensor que atacante. Un mal negocio. Darío ha tomado el centro de la cancha y dedicado el esfuerzo a cortar y pegar duro. Ha alejado del frontis a Agirre, que tampoco ha podido accionar el gancho, y se ha escapado en el marcador. Del 12-11 se ha pasado al 18-11 favorable al riojano, que pegaba largo. Trallazos.
Punto de no retorno para Agirre, que apenas ha enganchado tres tantos más antes de claudicar ante Darío. El duelo ha tenido el aroma de los duelos del pasado, cuando jugar de aire no estaba previsto. El riojano ha homenajeado a los clásicos y se ha adentrado en la liguilla de cuartos del Cuatro y Medio. John Ford hubiese contado con Darío como protagonista para sus películas.