"Los críos son un encanto. Son más listos que el aire, educados, nos tratan bien... y nosotras también a ellos, claro. Yo me los comería. Da gloria estar con ellos, la verdad que sí”. María Ángeles Esparza, residente en Amavir Mutilva desde hace 11 años, está pasando una semana feliz. También Carmen Elso, de 88 años. “Estoy encantada porque nos dan mucha alegría. Y tienen mucho compañerismo entre ellos”. A Serafina Ovejero, que va a cumplir 92 años, le da “mucha pena que se vayan. Quiero mucho a los críos, y con ellos nos distraemos”, reconoce.
Ellas son tres de los 181 residentes de Amavir Mutilva que esta semana han vivido una pequeña revolución. La de 12 niños y niñas de entre 6 y 12 años –hijos o nietos o bisnietos de residentes y también de trabajadores, como medida de conciliación laboral– que han alborotado el lugar. “Que corran y griten por los pasillos es buenísimo. A los mayores estos días no les duele nada, aquí hay más alegría. Y a los niños les da una experiencia de vida”, explica María Loperena, directora del centro.