En el origen está una fotografía que se encuentra en el Archivo Municipal de Gasteiz, Pilar Aróstegui. Está tomada por Arqué en diciembre de 1962, en la empresa de sacos Ibensa. Casi 60 años después, sin que ninguna de las protagonistas de aquel momento lo pudiera sospechar, esta instantánea es la chispa de Mujer/Máquina/Fábrica, una exposición colectiva en la que toman parte once artistas reunidas para la ocasión por el colectivo Artxibo. Hasta el 22 de enero de 2023, la muestra se puede visitar en el Museo Centro de Artes de Vanguardia La Neomudéjar, ubicado en Madrid.
A pesar de que como material de trabajo a partir del cual crear se han utilizado 130 imágenes pertenecientes al mencionado Archivo Municipal de Vitoria, al Archivo Municipal de Bilbao y a la Fototeka de la Fundación Kutxa de Donostia, la propuesta se encuentra por primera vez con el público lejos del País Vasco al no encontrar aquí un espacio adecuado en estas fechas. “No queríamos un cubo blanco”, una sala al uso, sino un lugar adecuado a la temática de la propuesta, apareciendo La Neomudéjar como referencia idónea puesto que se sitúa en unos antiguos talleres ferroviarios de Atocha. Con todo, “por supuesto queremos llevar este proyecto a Euskadi”, apunta Sara Berasaluce, comisaria de la iniciativa y fundadora de Artxibo junto a Tamara García Iglesias.
Irati Cano, Irene Zottola, Laia Abril, Maider Aldasoro, Toia Bonino, Maider Jiménez, María Alcaide, Rocío Bueno, Rosa Neutro, Yone Estivariz y Zaloa Ipiña son las artistas invitadas a desarrollar sus obras tomando como referencia esas mencionadas 130 instantáneas históricas, todas ellas relacionadas con el mundo obrero. “No han tenido mucho contacto entre ellas pero es verdad que el textil se ha convertido, sin quererlo, en un material común a la hora de ejecutar las obras”.
Herencia obrera
Más allá de las diferentes capas que componen la exposición, tres son las ideas básicas que guían Mujer/Máquina/Fábrica y todas ellas tienen al trabajo como nexo de unión. Así se explica no solo en la muestra, sino también en la web www.artxibo.eus y en las dos publicaciones que se han realizado en torno a la propuesta.
Por un lado, se plantea un debate sobre los derechos laborales en la actualidad, sobre cómo después de muchas luchas y sacrificios, en la sociedad presente parecen desaparecer diluidas las conquistas realizadas. Como explica Artxibo, “nuestra herencia obrera, no solo nos ha permitido tener unos derechos laborales sino poder inscribirnos dentro de una clase social, con una lectura y posicionamiento de la realidad concreta. Dicha herencia nos ha dejado un lenguaje, que aunque parece que no pueda usarse, y que nuestros trabajos ya no se puedan leer en esas claves, provoca un malestar que nos hace alegar que el trabajo ha cambiado, y que por tanto ya no se pueden utilizar expresiones como: jornadas laborales, cuarenta horas semanales, sueldo, pagas, vacaciones, compañeras laborales, jefes y jefas. Al inscribirnos en una clase social distinta a la obrera cortamos la herencia, no de las condiciones laborales, sino de leer, pensar y sentir las mismas, desde un lugar distinto del discurso obrero tradicional”.
Por otro, se mira a la invisibilización que, de manera constante, sufre la mujer trabajadora, también dentro de ese proceso inacabado de luchas y conquistas. “De las cigarreras o las trabajadoras del textil a principios del siglo XX, hasta las recientes movilizaciones feministas del 8 de marzo, la organización de las mujeres en sus trabajos desborda el contexto laboral y va más allá de las reivindicaciones tradicionales sobre el salario. En estos momentos, es imposible que dentro del relato obrero, y de los registros que lo guardan, se obvie la diversidad”.
A ello se une una mirada al trabajo en el arte. En el ámbito artístico “las condiciones laborales pasan a ser un objeto de estudio de imagen o narrativo, y no algo que nos atraviesa”. Ante todo ello, el proyecto “nace de la necesidad de recuperar ese vocabulario laboral heredado, a través de la memoria fotográfica, que traspasa los límites del trabajo y nos dictan maneras de vivir, y volver a escribir encima, no con palabras nuevas, porque no empezamos de cero por más que la nueva era nos lo haga creer”.