La villa ha transitado por caminos difíciles. Han sido sendas sinuosas, abruptas y lúgubres por las que han tenido que caminar los bilbainos y las bilbainas, pero, a su término, estaba Marijaia. Con los brazos en alto, hoy, ha anunciado que – tras dos agostos paupérrimos, en términos festivos, – la fiesta, el alborozo y la alegría han retornado a Bilbao.
La algarabía que suscitó el txupinazo que inauguró la primera Aste Nagusia en dos años podía, prácticamente, acariciarse con los dedos. Era evidente en los rostros de las personas que allí esperaban, pacientes pero ansiosos, la llegada de la reina de las fiestas.
“ "Queremos que la gente realmente disfrute" ”
"Ha sido una espera muy larga, pero por suerte ha terminado y ya estamos aquí, listas para empezar las fiestas", ha dicho Soraya Bello. La joven se acercó a la plaza con sus amigas Maitane Zabala e Irune Astarloa cuando el minutero y el segundero marcaban las cinco de la tarde. Sentadas en la plazoleta del Teatro Arriaga, desearon que Marijaia trajese unas fiestas "tranquilas" en las que prime el buen ambiente. "Queremos que la gente realmente disfrute", ha afirmado Soraya.
Según iban pasando las horas, iban congregándose más y más personas en el Teatro Arriaga. La afluencia era ya, a las seis de la tarde, masiva. Es en ese momento cuando las comparsas, que habían realizado una suerte de 'peregrinación festiva' por Zazpikaleak, confluyeron en este espacio. Lo hicieron a todo ritmo, con melodías de ritmo alegre vibrando desde sendos y hoscos altavoces. Sus banderas, rojas, negras, verdes o moradas, comenzaron a ondear ante el edificio. Pero no fueron las únicas en hacerlo.