Eduardo Blanco Mendizábal ha cerrado un 2022 para enmarcar. Este fotógrafo de naturaleza y paisajes, vecino de Corella de 45 años –46 el día 25– volvió a pasear con éxito su trabajo por los principales concursos del mundo. Y fue nombrado Corellano del año. “Se suele decir aquello de que nadie es profeta en su tierra, pero está claro que no podré decir lo mismo desde ahora”, contaba en su blog tras recibir el galardón.
A Eduardo le gustan los concursos “muy puristas, donde hay pocos retoques y se muestra el hacer del fotógrafo en el campo más que el manejo de programas informáticos. Algo que para mí es la fotografía de naturaleza, el arte en el momento, no después”. Basta un certamen para poner en contexto el mérito del corellano del año: al Asferico 2022, concurso que organiza la Asociación Italiana de fotógrafos de naturaleza –uno de los más importantes de Europa, dice Eduardo– se presentaron 17.000 fotografías de 700 fotógrafos de 40 países. Su Tierra de fuego, una imagen del volcán de La Palma, además de imponerse en la categoría de paisaje fue ganadora absoluta. “Es tan alto el nivel actual de la fotografía de naturaleza, que solamente con que una llegue a finalista ya es un buen resultado, por eso tener la suerte de que gane categoría o más aún, ganadora absoluta, es una noticia realmente sorprendente”.
En el Natural Landscape photography Awards de EEUU participaron más de 1.000 fotógrafos de 55 países. Su volcán volvió a tener “la suerte” de conseguir los segundos premios en las categorías Grand scenic y Nightscape. El European Wildlife Photographer of the year, del que fue ganador absoluto en 2019 con la imagen de un lince ibérico, también seleccionó las fotografías de Eduardo. Fue 2º en paisaje con el volcán.
Y coló como finalista una imagen de su pueblo –una salamanquesa junto al dibujo de un gato– en el Museo de Historia Natural de Londres y en la galería People´s Choice en lo que son "algo así como los Oscar de la fotografía de naturaleza”. En la muestra entraron 25 de las 38.000 imágenes de 93 países presentadas. Ahí estaba un pedacito de Corella. Algo más cerca, en el Montphoto 2022, “el concurso de fotografía de naturaleza más importante de España”, ganó el primer premio de paisaje con el volcán. Un no parar.
Los comienzos
Eduardo llegó al mundo de la fotografía desde la naturaleza. “Estudié técnico de trabajos forestales, y al estar tanto en el campo empecé a hacer fotos de las plantas. En vez de poner la planta a secar en un libro, como hacían los botánicos, hacía fotos más descriptivas, y luego la visión más artística. De las plantas pasé a los animales, a los paisajes, a gentes de otros países y culturas...”, rememora.
Trabajó tres años como técnico de Medioambiente en el Ayuntamiento de Corella. Terminó su contrato y “como ya llevaba tiempo haciendo fotos, dije, ‘voy a probar a hacerme profesional de la fotografía’. Y desde entonces”. “Me dijeron que el primer año era el difícil, y luego ya hubo no sé si 10 años de crisis” se ríe para dejar claro que su profesión “siempre ha sido difícil”. Sin embargo, nunca ha dejado de ganarse la vida con la fotografía, combinada con cursos y visitas guiadas “en Bardenas sobre todo, pero también en otros países”, dice.
En su día a día Blanco realiza dos tipos de fotografías. “Las más descriptivas, que son las que suelen coger mis clientes; una revista de viajes o alguien de un hotel para decorar. Y luego imágenes más artísticas para una exposición o un concurso, donde buscan cosas nuevas y más sugerentes”. Su archivo lo componen más de 100.000 imágenes y ha paseado su cámara por Andorra, Bélgica, Brasil, Colombia, Costa Rica, Croacia, EEUU, Etiopía, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Israel, Malta, Marruecos, Perú, Reino Unido y Serbia. Por ejemplo, este 2023 tiene programados tres viajes como guía fotográfico –con plazas disponibles– al Parque Nacional de los Lagos de Plitvice en Croacia, a Alaska y a Mongolia.
Pero no hace falta irse tan lejos. “Pensamos que las fotos más impresionantes son las que se han hecho en lugares remotos, con especies difíciles de ver... Pero a mí muchas veces me gusta fotografiar cerca de casa. Cosas comunes que todo el mundo tiene al alcance, pero intentar fotografiarlas de una forma diferente”. Como su gato y salamanquesa. O las Bardenas, “que fotografío mucho, pero qué se yo, el día que nieva. Algo especial que los que viven más cerca tienen más facilidad”.
Hasta la fecha ha publicado dos libros: Fotografiar con mal tiempo, buen momento, “dedicado a fotógrafos que trabajan en exteriores”. Y Bardenas Reales, en busca de la luz, el resultado de “20 años fotografiando en Bardenas”. Esta primavera, de nuevo con formato de libro, terminará un proyecto “que en mi cabeza ha estado 2-3 años de forma muy intensa”. Se titula Un kilómetro de diversidad. “Estás acostumbrado a viajar, y de pronto con el covid no puedes salir de tu localidad ni de tu propia casa. Entonces se me ocurrió fotografiar junto a mi huerto, sin separarme mucho, y ver qué cosas podía encontrar. Algunas me las esperaba, pero también he encontrado sorpresas muy interesantes. Son lugares que nadie atiende, que tenemos al lado de casa y quedan un poco anónimos, y resulta que también ahí hay cosas muy especiales”, finaliza.