Polideportivo

De fe y de vatios movidos por Pogacar y Vingegaard

Las continuas y desmedidas exhibiciones de Pogacar y Vingegaard comienzan a generar demasido asombro
Pogacar y Vingegaard, durante la jornada con final en Lioran.
Pogacar y Vingegaard, durante la jornada con final en Lioran. / A.S.O./BILLY CEUTERS

Todo resulta histórico, superlativo, hiperbólico en las cumbres del Tour, aplastados los récords de ascensión de la época oscura y salvaje de la EPO sin piedad. Caen registros de Lance Armstrong, de Marco Pantani, ciclistas alados, cargados de sustancias dopantes. Un show en medio de lo que parece una carrera armamentística sin fin. Los equipos dicen que eso es normal, que este nuevo ciclismo está limpio y que todo responde a la evolución del tiempo, a las concentraciones en altura, a las mejorías en nutrición, a la ciencia aplicada al ciclismo, a las ganancias marginales, a todo lo que han avanzado los materiales, a las bicicletas, sus diseños, a la ropa, ligerísima, las ruedas, a las cetonas... Todo eso como arquitectura de un relato que sostiene un entramado cada vez más cuestionado después de las alucinantes marcas que se establecen en la carrera de las carreras.

Desde el Tour de 2020, el de la pandemia, el repunte de la mejoría es sobresaliente. Nunca se han establecido registros como los de estos tiempos a semejante velocidad. La ascensión el domingo a Plateu de Beille, cuyo marca, sideral, poseía Pantani, quedó minimizada. Pogacar remató la subida en 39 minutos y 39 segundos (tres minutos menos que el italiano inalcanzable del 98, cuando cosió el Giro y el Tour), a una media de 23,8 kilómetros por hora. Después de posarse sobre Vingegaard, lanzado por Jorgenson, en lo más duro de la ascensión (9,5%) se mantuvo a 26,6 por hora durante un kilómetro, y completó los últimos cinco en 11 minutos y 41 segundos. El danés, que perdió 1:08 en cinco kilómetros, también batió la marca de Pantani. Incluso Remco Evenepoel, tercero. No bajó de los 40 minutos Vingegaard, pero se calcula que necesitó 6,7-8 vatios por kilo para poder subir a ese ritmo. El esloveno pudo llegar hasta los 6,9 o 7 vatios por kilo. Unas cifras lejos de cualquier cálculo racional. Inalcanzables en épocas anteriores sumamente oscuras.

“Fue el mejor día de mi vida sobre la bici. Y supongo que también lo fue para Pogacar, porque creo que es la mejor ascensión que se ha visto nunca en el ciclismo”, dijo el danés. “Fuimos testigos de una de las mejores actuaciones en una subida. Cuando miré mis números después, fue una locura, especialmente en la parte en la que Matteo Jorgenson y Jonas estaban al frente. Fueron los mejores números que jamás hice en mi carrera”, respondió Pocagar. El esloveno, vestido de amarillo, defiende que las bicicletas, mucho más rápidas que las de antes, facilitan esas marcas. Un día antes, en Pla D’Atet mandó al olvido el récord Amstrong desde 2001. 25:09 marcó el esloveno. Pulverizó la marca del americano en casi dos minutos. Movió 6,70 w/kg para completar el ascenso en 21.83 km/h. Con anterioridad destrozó los registros en San Luca, Galibier (mejorando la marca de Pinot) y de la subida a Pertus, en el Macizo Central.

Hace apenas un año, este periódico preguntó al director del Tour, Christian Prudhomme, si en el ciclismo actual existen nuevas sustancias indetectables. “Yo lo que sé es que en cualquier actividad humana hay gente que quiere engañar y hacer trampas. También en el deporte y en ciclismo. Hay un movimiento por el ciclismo creíble. En ese aspecto hay que mantener siempre la llama encendida. Es algo muy importante para que todos los campeones estén en igualdad de condiciones. Estar contra el dopaje es defender a los auténticos campeones”, argumentó.

2024-07-18T07:19:03+02:00
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