Goya a los mejores efectos especiales. Para David Heras es la novena nominación. Para Jon Serrano, la cuarta, compitiendo esta vez con su socio empresarial, Mariano García. “Hay pique, nos miramos mal”, ríe. Y Goya al mejor diseño de vestuario. “Pienso en Irati a menudo, también porque el rodaje fue muy diferente”, dice Nerea Torrijos.
La creadora bilbaína lo tiene claro: “Es la película más disfrutona en la que he trabajado. También la más exigente a muchos niveles”. Un ejemplo de esa complicación fue la primera semana de rodaje ya que su equipo estuvo trabajando durante siete días las 24 horas de cada jornada puesto que por las noches se aprovechaba para secar y arreglar todas las prendas.
“Los trajes fueron cosidos sabiendo de antemano que los estábamos haciendo para romperse, mancharse y demás. Es muy sacrificado cuando haces una película de época con estos vestuarios, lo que conlleva la ambientación. Pero es que meterte en el barro también está guay”. En este sentido, Torrijos destaca el hecho de “contar con un equipo que se parece mucho a mí. Somos Las Vasconas. Nos gusta la guerra, la batalla. Meternos en el barro es duro pero salimos felices. Nos gusta la tralla aunque siempre haya miedos”.
Tal vez por ello, aunque ha pasado ya tiempo del rodaje, todavía entre ellas siguen compartiendo no pocas anécdotas. “Ahora que se acerca el estreno, aunque estamos con otros proyectos, estamos muy pendientes de cómo se va a recibir la película”. De momento, su trabajo ha conseguido muchas alabanzas desde la presentación en el Festival de Sitges. También desde esa cita, la crítica se ha rendido a los efectos especiales llevados a cabo por Heras y Serrano.
“Estamos notando que a todo el mundo le está gustando un montón el trabajo”, comparten ambos creadores. Eso a pesar de que Irati ha sido todo un reto en diferentes planos, que ha obligado a inventar casi de la nada algunos efectos.
Sucede con el granizo que aparece en uno de los momentos cumbre del filme, en una de sus batallas. “No había hecho granizo nunca”, reconoce Serrano. “Pero es que en este caso tenía que ser biodegradable y gigante. Así que pregunté a otras empresas y nadie nunca había realizado algo como lo que buscábamos. Fue todo un reto que nos dio muchos quebraderos de cabeza”.
También tuvo lo suyo el hecho de que gran parte del rodaje tuviera lugar en espacios al aire libre, sobre todo en plena naturaleza como sucedió con la cueva de La Leze. “Paul eligió unos sitios preciosos pero con muy difícil acceso” recuerda el creador, que tuvo que inventar también un nuevo sistema para llevar la maquinaria y materiales necesarios. “Me tuve que agenciar unas cuantas mochilas militares”, sonríe. Como explica Heras, “puede que trabajar en el exterior tenga su complicación pero Irati ha sido un filme muy especial en muchos aspectos, y uno de ellos ha sido ese, es decir, que todos los departamentos trabajamos juntos para llegar a un fin, y eso no ocurre tantas veces como se puede pensar”.
Ahora que la película va a llegar a los cines, ambos tienen claro que la mayor virtud de su trabajo es que no se note. “Cuando hicimos Loreak, creamos un montón de lluvias y cuando salíamos en los créditos, había gente que me preguntaba ¿pero por qué sales? Ahí es cuando dices vale, el curro ha salido bien”, apunta Serrano. De momento, da la impresión de que han acertado de pleno en su labor para el nuevo filme de Paul Urkijo.