Los irundarras Iñaki Gómez, entrenador de la delegación eslovena de piragüismo, e Igor Herrero, preparador del judoka uruguayo Aprahamian, están viviendo "una experiencia inolvidable" en los JJOO
Iñaki Gómez e Igor Herrero están viviendo su particular sueño olímpico. Pero su caso es más especial si cabe. Se conocen desde sus años de estudiantes en Irun, primero, en el colegio Elatzeta, y después en Toki Alai. "Iñaki es mi mejor amigo", dice Igor Herrero. "Lo que estamos viviendo es increíble, de no creérselo. Cuando me dijo que iba seguro, yo me alegré muchísimo y él ha vivido mi proceso de clasificación como yo, con la misma intensidad. Hemos sufrido juntos", reconoce el judoka. De la misma cuadrilla, ambos han vuelto a cruzar sus caminos en Tokio después de una temporada larga sin verse. "Iñaki lleva tiempo viviendo en Eslovenia y hacía muchísimo que no nos veíamos. Y vernos aquí, repito que es increíble", asegura Herrero. "Bromeábamos cuando éramos pequeños", recuerda Gómez. Eso sí, "nos hubiera gustado más participar como atletas, pero esto se firma también", apostilla.
En este sentido, Igor estuvo más cerca que Iñaki. "Él estuvo luchando y tuvo sus opciones, pero alguna lesión le perjudicó y no pudo competir. Además, el sistema de clasificación en judo es bastante complejo. Pero, mira, ha estado entrenando a un uruguayo y lo ha clasificado. Estoy muy contento. Su carrera profesional se merecía esta experiencia olímpica", sentencia. Preguntado Igor por lo que supone para él estar en una Olimpiada, no duda: "Es una ilusión también. Está claro que como atleta es lo que más quieres, pero como entrenador está siendo una experiencia increíble. Me estoy alegrando de vivirla, y de la mano de un amigo, mejor".
La aventura no ha podido comenzar de una mejor manera para estos dos amigos. Iñaki Gómez ya se ha colgado la medalla de oro. Bueno, lo ha hecho uno de sus pupilos, Benjamin Savsek, en la prueba de c-1, donde otro irundarra como Ander Elosegi, finalmente, se quedó fuera de la lucha por los metales. "Es una pena lo de Ander. Le conozco bien. Es una lástima. Eran sus cuartos Juegos Olímpicos, tenía el nivel, pero seguro que mirará todo lo que ha hecho y es para estar satisfecho. Ha hecho una carrera impresionante", anima a su vecino.
Centrado de lleno en la actuación de Savsek, Gómez afirma que "ha salido todo de maravilla. Era uno de los favoritos y ha sabido llevar la presión de la mejor manera posible. En Río también iba de favorito, pero no consiguió la medalla. Eso sí, desde entonces ha sido campeón del mundo, dos veces campeón de Europa y ha conseguido materializar el oro olímpico y así ponerle la guinda al pastel", resume Gómez, que aspiraba a conseguir otra medalla de la mano de la actual campeona del mundo Eva Tercelj.
De momento, disfruta de lo obtenido por su pupilo Savsek: "El oro olímpico es lo máximo en este deporte. Es un atleta impresionante, una buena persona y se lo merece". Destaca, asimismo, que ha sabido ofrecer su mejor versión en un circuito "bonito de ver, pero muy complicado, técnico y en el que, a la mínima, un error te penalizaba".
"No sabes cómo me he alegrado por él", confiesa Igor. "Estamos en el mismo edificio. Hoy –por ayer– va a ser una fiesta eslovena, van a estar como locos", algo a lo que también contribuyó el recital ofrecido ayer por la mañana por Luka Doncic ante Argentina, con 31 puntos al descanso para terminar con 48. Iñaki espera poder conseguir una instantánea junto a su compatriota de los Dallas Mavericks. "No soy mucho de fotos, pero tendré que forzar alguna, es una oportunidad histórica. Los tenemos al lado, pero imponen. Solo poder charlar con Doncic es impresionante. Es una pena que Pogacar ya no esté aquí, pero espero tener alguna oportunidad en algún evento", sostiene el preparador del equipo esloveno de piragüismo.
Herrero se decanta por el tenis: "Estoy pendiente de hacerme una foto con Djokovic, que está en mi mismo piso, pero no paran de pedirle fotos y me da vergüenza molestarle. Pero me falta esa foto. La voy a conseguir. Hay que aprovechar la situación".
A Eslovenia por amor
Para Gómez, poder vivir unos Juegos Olímpicos "es una experiencia impresionante, aunque sea en medio de una pandemia y el estadio esté vacío. Pero se ve el esfuerzo de mucha gente", explica el irundarra, que echa la vista atrás a sus comienzos en Santiagotarrak cuando apenas tenía nueve años, y no puede dejar de emocionarse. "Siempre he estado ligado a este deporte, aunque me haya ido a estudiar fuera en algún momento". Una vez abandonada su carrera en activo, quería seguir ligado a ese deporte y le llegó la oportunidad de trabajar para la selección española, aunque hace cuatro años la vida le cambió cuando conoció a su actual pareja, que competía por Eslovenia. "Me mudé allí, empecé a colaborar y a trabajar con la selección eslovena y hasta ahora", explica Iñaki Gómez.
A Uruguay vía Valencia
Para entender la historia de Igor Herrero y su relación con el judoka uruguayo Mikael Aprahamian, que ha combatido este martes contra el sueco Robin Pacek, habría que viajar hasta Valencia. "Yo me fui a estudiar allí, fichado por un club de Valencia. Es un sitio donde viene mucha gente de países latinos porque hay un centro más estable para entrenar. Durante años hemos sido compañeros, no solo de equipo, sino pareja de entrenamiento". Fue dejar de competir y no separarse de Mika: "El que ha estado con él todo este tiempo, el que más le conoce, el que le lleva, el que le explica soy yo".
En su opinión, el judo no se entiende de una manera diferente desde el punto de vista del judoka o del entrenador: "El judo es judo. No es diferente. Es lo mismo. Lo único que tienes que hacer es que la otra persona lo entienda. Lo tienes que traducir a un idioma que él hable, que él entienda. Ahí está la dificultad. Una vez que has establecido la comunicación y nos entendemos, has hecho lo más importante".
Los Juegos Olímpicos de Tokio se han convertido en el escenario para el reencuentro de dos amigos que están viviendo de manera conjunta el sueño de estar en unos Juegos Olímpicos, una experiencia que nunca olvidarán y con la que no soñaban cuando con apenas tres años comenzaron a compartir un camino que les ha llevado hasta la ciudad del sol naciente.