La ciudad de Corella, la bella, siempre tuvo un maravilloso color barroco en sus monumentos, imaginería, vecinos y ritos. Tanto aroma arrebatado de inspiración que se extendió por todas sus calles. Y en concreto, de modo rotundo, por la actual calle Moral, donde ahora, hace 175 años, se inauguró su coso taurino, aún aledaño al caserío en 1847. En ese año el secretario municipal, Beremundo Fernández, firmó el acta plenaria que otorgaba la licencia de apertura a esta plaza, hoy, decana de Navarra. Sin terminar la obra, en otoño de 1946 se dio un festejo con motivo de la boda de la reina Isabel II. A tanto sabor histórico, pomposo e, incluso, abigarrado, se apuntó sobremanera y con modernidad Alberto García y su empresa Tauroemoción sobre todo con la presencia y, a la postre gruesos matices de gran toreo, de José Antonio Morante, de la Puebla del Río, en concreto. El sevillano cortó una oreja del primer toro berrendo de Galache. Visto lo visto después, mereció más, comparando las salidas a hombros de Emilio de Justo y Joselito Adame, que se repartieron cuatro orejas.
Los, bastantes, terciados toros de Galache, de procedencia Vega Villar, no terminaron de redondear lo bien programado para una tarde redonda. Taparon con sus accidentales de capa sus breves romanas, aunque en tipo de su encaste, sus estrecheces de sienes y cuernas acapachadas. Tuvieron interés, pero casi todos, menos el dulce segundo, que se templó con calidad, a medias faenas de muleta se aburrieron y salieron de los embroques mirando al tendido.
Lo barroco de la presumible escena, lejos de convertiste en churriguero, quedó en una buena corrida de toros sin romper, aunque la generosidad del primer edil del la ciudad ribera mostrara mayores grandezas.
Morante, aunque no prendiera ritmo ni ligazón, consiguió con su maestría y naturalidad que todo trazo fuera torero y singular. Su puesta en escena ante el primero fue una delicia en cada encuentro, colocando y quitando del penco y, con voluntad y en sueltos naturales eternos, alcanzar los olés más hondos de la función. El cuarto, un colorado justico de todo no dio tantas opciones y Morante estuvo más que digno. Dos pinchazos a la hora suprema le privaron de salir a hombros. No le importó y sí logró dejar un sello de importancia en la efeméride.
Emilio de Justo, tras no poder saludar al segundo, que se acostaba en el embroque, le supo enseñar los caminos con la muleta. El toro, un lucero de nombre Gamberrero, se dejó amaestrar con dulzura por el diestro extremeño. Ahí surgieron las tandas y la ligazón más rotundas del festejo. Mal de espadas. Al quinto, le cortó las orejas con mucho menos hondura. Joselito Adame debutó en la plaza con un lote desigual en romana y con escasa clase. A base de voluntad se ganó, con mérito y espada, sendas orejas.
LOS TOROS
- Francisco Galache de Hernandinos. Seis toros de presentación justa y dispar, y con variados y típicos pelajes de su encaste vega Villar. Sobresalió por su clase y son el segundo. Justos de fuerza, prontos, pero enseguida aburridos de embestir, saliendo mirando al tendido. A una vara por cabeza, cumpliendo, pero sin brillo. Aprobado justo. al conjunto.
LOS TOREROS
- Morante de la Puebla. (De verde y azabache). Oreja y ovación tras aviso.
- Emilio de Justo. (De verde botella y oro).. Ovación tras aviso y dos orejas.
- Joselito Adame. (De azul marino y oro). Oreja tras aviso y oreja.
LAS GRADAS
- Presidencia. Bien a cargo de del alcalde de la ciudad, Gorka García Izal, asesorado por Gregorio Madurga y Mendaza.
- Incidencias. Lleno. Algo de viento y amagos de lluvia. Fresco y luz artificial desde la faena del 4º toro. Excelente la banda de música y gran ambiente. Emilio de Justo y Adame salieron a hombros por la puerta grande.