Se pisan a diario y casi siempre pasan desapercibidas. Solo cuando alguna se mueve, sobresale o molesta, los peatones miran hacia abajo. Son las baldosas.
Curiosamente, ya hace tiempo que muchas ciudades han trabajado para que estas sean parte de su ADN, para que quien pise sus calles sepa dónde se halla solo con mirar a sus zapatos.
¿Cuál es la baldosa que caracteriza a Donostia? La respuesta es sencilla: la baldosa hexagonal, con un diseño en el que se combinan amplias zonas de color blanco con franjas de color gris oscuro.
Estas baldosas, junto a otros elementos icónicos de la ciudad, como la barandilla de La Concha, han sido y siguen siendo parte de la imagen de Donostia que traspasa fronteras.
El Ayuntamiento es consciente de que estas baldosas son embajadoras de la ciudad y las cuida y compra en la cantidad necesaria para cubrir las necesidades.
Sin poder cuantificar con exactitud cuál es el número de baldosas que se adquieren, desde el área de Mantenimiento Urbano se aventura una proporción tres baldosas hexagonales por cada una cuadrada negra.
¿Dónde están colocadas esta baldosas cuadradas negras? Pueden considerarse una especie en extinción y su adquisición resulta cada vez menos necesaria.
Quien se acerque al paseo de La Concha las podrá encontrar en el tramo que discurre antes y después de los relojes y no permanecerán allí mucho más tiempo, ya que en el proceso de renovación del paseo y la barandilla se prevé su sustitución por la baldosa donostiarra, la hexagonal.
Pero aunque para los más jóvenes están son las baldosas de la ciudad, no han estado en las aceras de Donostia siempre. Las actuales, señalan desde el área encabezada por Miguel Ángel Díez, fueron importadas “por un arquitecto municipal cuyo nombre se desconoce”.
Según aventura el arquitecto Javier Puldain, “tal vez el que sean de forma hexagonal tiene que ver con unos motivos más marineros o de marketing para Donostia”.
Estas icónicas baldosas se fueron imponiendo al inicio de las obras del Ensanche, a principios del siglo XX.
Antes, las baldosas donostiarras eran más madrileñas, cuadradas o en forma de rombo.
Piezas únicas
Las baldosas que donostiarras y visitantes más pisan, las hexagonales, son “piezas únicas y muy singulares”, que se utilizan en composiciones de exterior o interior. Ejemplo de este uso de interior se puede hallar en el singular portal del paseo de Francia número 2.
La singularidad de las piezas radica, entre otros motivos, en su proceso de fabricación, ya que se realizan “con materias primas naturales, y presentan una textura lisa, en distintas tonalidades propias de las arcillas de la zona, que mutan del blanco, al gris e, incluso, al rojo. El horneado artesanal crea un producto durable, de gran calidad.”
Si se atiende a las características de estas baldosas, en el inventario se apunta que son, entre otras cosas, elaboradas con material 100% de origen natural, extraído de canteras del entorno y apto para usarse en zonas comunes y espacios con mucho tránsito.
Además, con el objeto de “facilitar su limpieza se recomienda aplicar un tratamiento que evita manchas por líquidos, aumenta su resistencia y resalta su tono natural”.
En el caso de Donostia, en ocasiones también se ha procedido a realizar sobre las mismas un tratamiento contra suelos resbaladizos, sobre todo en los puntos más sombríos y húmedos de la ciudad.
La compra de las baldosas se realiza según necesidades y llegan a los almacenes municipales, a los que acuden los operarios encargados del mantenimiento de las aceras cuando hay que realizar cambios.