2024 será recordado en Euskadi como el año en que, después de tres mandatos tan fecundos como complicados, el lehendakari Iñigo Urkullu Renteria entregó la makila a su antiguo alumno en la ikastola Asti Leku de Portugalete Imanol Pradales Gil.
Junto a la vara de mando, el de Alonsotegi, que había gobernado entre tempestades continuas, dejaba a su sucesor -y a sus conciudadanos- un país en el que prácticamente todos los indicadores positivos se habían multiplicado por dos en doce años. Un gran punto de partida para continuar poniendo en práctica el lema Katea ez da eten.
El futuro es hoy
En ese legado figuraban también los desafíos de la Euskadi de mañana y pasado mañana y, cómo no, los diversos aspectos de mejora de lo público en todos sus ámbitos que era necesario abordar, no ya pensando en el futuro, sino en el presente más inmediato.
Los recién cumplidos seis meses de Pradales al frente de un renovadísimo y ampliado Gobierno vasco de coalición dan la medida, usando su propia expresión, de lo rápido que se ha alcanzado la “velocidad de crucero”.
La frenética agenda de reuniones que mantuvo, especialmente, durante el verano y, a un ritmo más acompasado, sigue llevando a cabo muestran sus ya perfectamente perfiladas señas de identidad personales y políticas.
La escucha activa y proactiva es una de las más acusadas. Pero no ese tipo de escucha que tanto se estila ahora en los manuales de comunicación política que se queda en la mera pose. Como han podido comprobar sus decenas de interlocutores en este tiempo, Pradales toma nota de lo que se le dice, repregunta para profundizar en la información que necesita tener, muestra su opinión discrepante si es el caso, e incorpora las datos obtenidos a su inventario de actuaciones concretas para el cortísimo, el corto, el medio, el largo y el larguísimo plazo. Nada de lo que atraviesa sus tímpanos cae en saco roto.
Otra de las características que se ha manifestado en los albores de su mandato es su inconformismo. Volvió a percibirse en el balance de sus primeros pasos, cuando recalcó que lo hecho hasta ahora estaba bien, pero que 2025 debe ser un año donde las buenas intenciones queden refrendadas por los resultados contantes y sonantes.
Acuerdos de país
La suma de la disposición a escuchar y el inconformismo autoexigente dan como resultado la tercera y definitiva seña de identidad del actual lehendakari: la vocación de alcanzar acuerdos sellados por la representación más larga, ancha y profunda que sea posible.
La puesta en marcha de la Mesa Vasca de Salud o del Foro de Vivienda, así como la propuesta del Pacto ético en la política constituyen piedras de toque de ese propósito de trascender las siglas y/o las ideologías. En eso, claro está, la concreción de sus propósitos no depende de sus intenciones, las de su partido o las de su gobierno bicolor. La oposición y, concretando más, la fuerza con mayor representatividad tiene mucho que decir. Y que hacer.
¿Y qué ha dicho o hecho Euskal Herria Bildu en ese sentido en esta nueva etapa? Si nos ceñimos al terreno de los discursos o las declaraciones públicas, la mayoría han sido impecables.
Prácticamente desde la intervención del derrotado candidato soberanista de izquierdas a lehendakari, Pello Otxandiano, en el pleno de investidura, se atisbó una más que llamativa rebaja de tono respecto a los usos y costumbres acreditados por la formación que lidera desde hace tres décadas Arnaldo Otegi.
Ese talante, manifestado casi en exclusiva por Otxandiano -el resto de las y los portavoces de Bildu, como Kortajarena, Ubera o Urruzuno muestran un perfil menos conciliador- no ha conocido hasta la fecha una traducción práctica. Las buenas palabras no se han convertido en hechos.
El fiasco de los Presupuestos
La disociación entre los mensajes de “mano tendida” y “amplitud de miras” de Bildu respecto a sus actuaciones reales se evidenció en la negociación sobre los Presupuestos de 2025.
Tal vez por un exceso de ingenuidad o de buenas intenciones, el Gobierno creyó que, pese a tener mayoría suficiente, merecía la pena explorar las posibilidades de que las cuentas fueran suscritas por otras fuerzas más allá de las que componen el Ejecutivo de coalición.
Obviamente, se pensaba en un respaldo de Bildu, puesto que el PP, a día de hoy, no es considerable como apoyo sino como lastre, dada su obediciencia sumisa a las estrategias de Núñez Feijóo, cada vez más indistinguibles de las de la extrema derecha española.
Puesta en esa tesitura tan favorable, la coalición soberanista, calculadora de intereses en mano, se dejó querer y mantuvo viva, siquiera con respiración asistida, durante dos meses una negociación presupuestaria condenada al fracaso sin remisión. La consigna consistía en no ser el primero en levantarse de la mesa y, llegado el momento del fiasco, culpar al interlocutor del fracaso.
Una vez se consumó lo inevitable, en el pleno final de aprobación, Otxandiano se calzó la piel de cordero y afirmó que la negociación serviría como entrenamiento para futuros intentos de consenso. Tómenlo como un menú degustación de lo que queda de legislatura.
Más claves de 2024
- Nuevo estatus. PNV y EH Bildu (54 escaños sobre 75 del Parlamento Vasco) coinciden en que ha llegado el momento de actualizar la relación estatutaria con el Estado español. El PSE, mucho más reticente que el propio PSOE, pide que se aplace el debate sobre el derecho a decidir hasta después de la aprobación del nuevo Estatuto.
- Geometría variable. Mientras que los Presupuestos de la CAV han salido adelante solo con los votos de la mayoría de gobierno, en las tres instituciones forales ha habido escenarios diferentes. En Gipuzkoa, el PP ha propiciado la luz verde a las cuentas. Sin embargo, en Bizkaia y Araba EH Bildu ha supuesto el impulso definitivo, incluso aunque en el caso vizcaíno no eran aritméticamente imprescindibles.
- Primera ley de Pradales. El pasado 20 de diciembre, el Parlamento aprobó por unanimidad la disolución del Colegio Oficial de Agentes y Comisionistas de Aduanas de Bilbao. Aunque el enunciado no diga mucho, se trata de la primera ley del calendario legislativo del lehendakari Pradales.
- Madrid, Madrid... Desde su toma de posesión, el lehendakari se ha reunido tres veces con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. Eso habla de una gran fluidez en las relaciones, concretada en el compromiso de cerrar todas las transferencias prendientes del Estatuto de Gernika en 2025. Como lo cortés no quita lo valiente, en paralelo, el PNV advierte a Sánchez de que, si sigue incumpliendo compromisos, no contará con su apoyo.
Convocatoria electoral esperada
El jueves, 23 de febrero, tres días después del fallecimiento de su madre, el lehendakari Iñigo Urkullu compareció solemnente junto a su gabinete para anunciar la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones para el 21 de abril. En su emotiva alocución aseguró que dejaba “una Euskadi más justa y avanzada”, pidió perdón los errores cometidos y mostró su gratitud por “tan gran honor”.
EH Bildu, en la cresta de la ola
Las elecciones del 21 de abril confirmaron el gran momento de respaldo popular que se venía observando en los comicios de los últimos años. La coalición soberanista obtuvo 27 escaños, los mismos que el PNV, aunque con menos votos. Siempre bajo la dirección de Arnaldo Otegi, el que fue candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, ofrece consensos que no acaban de concretarse.
Un pacto rápido y sólido
Pese a que el resultado electoral ofrecía posibilidades aritméticas para conformar otras mayorias, PNV y PSE no permitieron que se especulase ni un solo minuto. Ya al día siguiente de la cita con las urnas dejaron clara su vocación de repetir pacto de acuerdo. Lo refrendaron Andoni Ortuzar, Imanol Pradales y Eneko Andueza el 19 de junio después de una rápida negociación.
La irrelevancia del PP vasco
Es cierto que el PP vasco mejoró en un escaño su resultado anterior, cuando se presentó con la extinta Ciudadanos. Sin embargo, los siete asientos de la formación liderada por Javier de Andrés tienen nula capacidad de influencia en la cámara vasca. Esa circunstancia, unida al seguidismo sin matices de las posiciones del PP español, convierte a los populares vascos en irrelevantes del todo.
La debacle de Podemos
Después de haber ganado dos veces las elecciones en Euskadi y de haber llegado a tener 11 escaños en el Parlamento Vasco -dos más que el PSE- en 2016, los comicios del 21 de abril certificaron la debacle anunciada de la sucursal vasca de Podemos. La formación morada vio cómo el único asiento cosechado por el espacio de la ‘izquierda confederal’ se lo llevaba su encarnizado rival, Sumar.