De bordar el baloncesto a pedir casi la hora en Berlín. De conseguir una paliza histórica a sufrir unos agobios inesperados. Dos caras diametralmente opuestas para un único objetivo, a la postre, hecho realidad: regresar a casa con un valioso triunfo en el equipaje. Sin embargo, bien hará el Baskonia en adivinar las claves del progresivo desplome vivido en el escenario de la próxima Final Four de la Euroliga. Una velada destinada a convertirse en un atracón estuvo a punto de desembocar en un mal trago después de que el conjunto de Ivanovic, sobresaliente hasta el intermedio, perdiera completamente los papeles.
Tras elevar Giedraitis la máxima renta en el marcador en el primer minuto de la segunda mitad (29-56), el Baskonia decidió jugar con fuego. Ya fuera por un exceso de relajación, el lógico cansancio por una rotación mermada por las bajas –en este sentido el Alba estaba más perjudicado– o un pronunciado bajón baloncestístico, lo cierto es que su contundente ventaja comenzó a menguar. Seis tiros libres de Granger, Costello y Giedraitis sofocaron el intento de rebelión de un Alba empeñado en morir matando y que nunca perdió la fe pese al suplicio vivido hasta el descanso.
Tal fue la aplastante superioridad vitoriana que la modorra apreciada en la segunda mitad soliviantó los ánimos de Ivanovic, un técnico ya de por sí exigente que hasta en las jornadas donde el viento sopla a favor no consiente conatos de relajación. El huracán azulgrana resultó de tal calibre que el Baskonia decidió vivir peligrosamente de las rentas. Por fortuna, no hubo que lamentar daños.
Pese al mal sabor de boca que dejó el abúlico rendimiento tras el periodo para la reflexión, el Baskonia comienza a enseñar los dientes y mostrar su potencial. En Berlín amenazó con pasar como una apisonadora y desfiguró durante veinte minutos el rostro del Alba mediante continuos directos a la mandíbula. El cuadro alemán se convirtió en ese tramo en un juguete roto en la manos de un visitante de apetito insaciable. Dureza defensiva y pegada adelante a partes iguales para sentar las bases de un triunfo más costoso de lo esperado.
Difícil presenciar tanta desigualdad a estos niveles en la Euroliga, pero el Baskonia evitó sobresaltos desde el arranque con la contundencia propia de un peso pesado. Zarandeó a un fantasma sobre la cancha a base de ritmo, dentelladas desde el 6,75 y solidez bajo los aros. Mientras el gélido público alemán y un anfitrión desbordado en todas las facetas descargaba su ira sobre el arbitraje, las rentas fueron creciendo a un ritmo vertiginoso.
Fue el vitoriano un conjunto redondo y con sangre en los ojos para causar un destrozo. Granger tejió una dictadura incuestionable en el timón alimentando a la perfección al resto. Pese a su tempranera segunda falta, Fontecchio –buen conocedor de los aros del Mercedes-Benz Arena– también confirmó su línea ascendente de los últimos encuentros con una álgida producción y bajo los tableros la batalla también resultó muy desigual.
El alero italiano fue una de las puntas de lanza de un forastero sin término medio. Todo funcionó como un reloj suizo en las filas alavesas y prueba de ello fue que la pieza más cuestionada en este arranque de temporada dentro del engranaje de Ivanovic también quiso sumarse al festín. Marinkovic, necesitado de un baño de autoestima, anotó tres triples casi de una tacada que minaron la moral germana.
El solvente trabajo defensivo rebajó los guarismos anotadores del Alba, disminuido por las bajas, con limitaciones en cuanto a talento y al que incluso tembló el pulso desde la personal. Para colmo de males, Zoosman tuvo que retirarse en mitad de la velada tras un codazo fortuito de Kurucs. Hasta la entrada de Blatt, que reactivó a un anfitrión muerto, tan solo Sikma constituyó un ligero dolor de cabeza para un Baskonia que encontró numerosas soluciones en la ofensiva.
La lógica bajada de tensión y el orgullo del Alba hicieron acto de presencia tras el descanso. El marcador se ajustó progresivamente con un cuadro vitoriano más pendiente de recortar minutos al reloj que de ajusticiar a un rival herido. Sendos triples de Granger y un robo de Fontecchio brindaron algo de oxígeno dentro del último cuarto. Maodo Lo acercó a los suyos hasta el 70-74, pero el Baskonia terminó amarrando un triunfo muy valioso que equilibra su balance en esta Euroliga.