Suelen ser estas semanas un tiempo de descanso para la mayoría, aunque esta vez no está siendo así para los músicos Iñigo Etxeita y Raül Vera. Ni para ellos ni para todos los que en los últimos días están trabajando sin descanso para que las 400 personas que pasan cada semana por Avant Center Music puedan compartir desde este lunes la nueva sede de la escuela, una de las pocas en toda la península que ofrece la titulación Rockschool, homologada en el Plan Bolonia.
Desde 2016, esta labor se ha llevado a cabo en unos ya conocidos locales ubicados en Pintorería. Pero el crecimiento en el número de estudiantes, la idea de ofrecer nuevas materias y la necesidad de contar con más espacio, ha llevado a la iniciativa a afrontar un nuevo desafío, esta vez desde la calle Olaguibel, en unas amplias y modernas instalaciones ubicadas en el número 25 donde hace ya unos años las protagonistas eran las motos.
Hoy del pasado comercial del lugar –el más reciente, relacionado con el sector del mueble– no queda nada. La primera planta –la segunda se usa de almacén– es todo un espacioso laberinto de salas preparadas para ofrecer formación en distintas materias e instrumentos a un alumnado de todas las edades, rondando los más pequeños los 3 y 4 años. Guitarras, baterías, teclados... se distribuyen mientras, por ejemplo, las fotografías de Stuart MacDonald para el proyecto Women To The Front : Volume 1 se pueden ver antes de entrar a cualquier aula.
“Queremos que esto sea también un centro cultural”, apunta Etxeita, quien comparte con Vera cierta sensación de tristeza por dejar la sede de Pintorería. “Pero el cambio era necesario; es una apuesta por mejorar en todos los sentidos; además, seguimos estando al lado del Casco Viejo”, manteniendo las colaboraciones establecidas con espacios como el Extitxu y el Jardín de Falerina.
“Nuestra apuesta es por la calidad y por eso venimos aquí”, describe Vera. Eso se traduce en más espacio y en la posibilidad de ofertar más horas de las materias ya impartidas así como afrontar nuevos retos. Por ejemplo, impulsar la docencia en Teatro Musical para niños y niñas de 6 a 14 años. O llevar a cabo formación en Producción Musical, para lo que se ha habilitado una zona que puede funcionar como estudio para grabaciones.
De llevar a cabo todo ello se encarga una plantilla compuesta por una docena de profesores y una persona en labores de administración. Además, la nueva sede permite que, desde ya, se pueda incorporar nuevo alumnado, no solo atender mejor al ya existente. “En Vitoria hay muchas ganas y mucho interés por la música. Eso se percibe enseguida. Además, aunque ahora sean otros géneros los que están de moda, se ve que el rock o el jazz están muy vivos”, apuntan los dos impulsores de la iniciativa.
Nunca se termina de aprender
El lunes, eso sí, habrá algo que no cambiará. A las diez de la mañana se iniciarán las clases. “Somos los primeros que nunca terminamos de aprender”, a pesar de que tanto Vera como Etxeita llevan años dedicados a la música, también implicados en diferentes grupos y proyectos.
Lo cierto es que son ya siete los cursos escolares que ha desarrollado el centro, compartiendo conocimientos con miles de personas. Incluso en el actual profesorado de Avant Center Music hay personas que antes fueron estudiantes del proyecto. “Nos gusta pensar que vamos plantando semillitas”, también a través de la decena de combos que han surgido entre sus paredes, con los que se suelen organizar festivales abiertos al público en escenarios como el Urban Rock Concept o Mitika. Y la idea es crecer en el número de agrupaciones ahora que se dispone de mejores instalaciones.
De unos locales a los que se llega después de un año y medio largo de trabajo, desde que se tomó la decisión de que era necesario hacer esta apuesta hasta verla materializada. Detrás quedan muchas horas de trabajo con arquitectos, expertos en insonorización, gremios... y alguna que otra espera a los permisos municipales.
Desde el lunes se empieza una nueva etapa, una “en un lugar que además está muy bien comunicado”, en unas instalaciones que ahora mismo se presentan impolutas, en una gran lonja con unos vecinos “que nos están recibiendo muy bien”. Ahora, después de tanto esfuerzo, solo queda seguir trabajando. La música no para.