Ainhoa Erro es miope y de pequeña su optimetrista le decía que la terapia visual era el futuro. Ainhoa cursó el bachillerato de Ciencias de la Salud, pero no consiguió entrar en medicina.
Entonces, se acordó del consejo que le habían dado y decidió estudiar óptica y optometría y realizó un máster especializado en terapia visual.
El jueves, esta joven de 29 años, natural de Esnoz, valle de Erro, inauguró Binocular, su propio centro optométrico en el Soto Lezkairu.
Ainhoa estuvo arropada por su familia, vecinos del valle y el pelotari Unai Laso. “Me ha hecho mucha ilusión que se hayan volcado conmigo. Hemos pasado un buen rato brindando y probando gafas”, bromeó.
El centro óptico realiza un examen completo de la vista que incluye pruebas de graduación, motilidad ocular –movimiento automático y coordinado de los ojos que posibilita al cerebro componer una imagen tridimensional perfecta–, coordinación, tensión ocular, valoración del ojo seco, topografías y visión en 3D. “Son pruebas que no se realizan en una revisión al uso”, asegura Ainhoa.
La óptica también está especializada en la terapia visual, que utiliza distintas técnicas para mejorar habilidades de la vista. Por ejemplo, “hay gente que no tiene los ojos coordinados y desvía uno de ellos. Mediante unos ejercicios, lo intentamos corregir”, apunta. O la ambliopía, más conocida como el ojo vago o perezoso.
Además, dispone de gafas graduadas. “En los centros de terapia visual no se ofrecen. La novedad es que aúno los dos servicios. Quiero atender al cliente desde que entra por la puerta”, afirma.
Además, cuenta con servicios de contactología (lentillas), control de la miopía y tratamientos de baja visión, que sobre todo se da en personas adultas.
Familia de ganaderos
Ainhoa es natural de Esnoz, un pequeño municipio del valle de Erro, donde pastan unas 400 vacas y terneros de la familia. “Mis aitas son ganaderos y cuando puedo les echo una mano. Con la óptica tendré menos tiempo, pero les intentaré ayudar los fines de semana”.