Miqui Otero (Barcelona, 1980), novelista, periodista y profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona, vuelve a la carga con una nueva novela repleta de musicalidad y escenografía. Con una adaptación audiovisual en curso de su reconocida novela Simón (2020), que ganó el Premio Ojo Crítico, el barcelonés reaparece en la escena literaria con una invitación directa a disfrutar de las inquietantes y sublimes notas que acompañan a una intrigante trama en Orquesta.
¿Cómo ha sido pasar de haber crecido leyendo libros de segunda mano en el mercado dominical de Sant Antoni a ser escritor?
Es extraño, es cumplir tu vocación, la que tenía desde que era un retaco. Con seis años tenía una especie de norma autoimpuesta de escribir un cuento todos los días, era una especie de Stephen King con Cacaolat (risas). Me he encontrado con libros míos en ese mismo mercado; no debería de alegrarme de verlos allí, pero yo me alegro. De hecho, mi primo compró allí Simón una semana antes de que saliera oficialmente.
¿Ha supuesto un desafío fusionar literatura y música en su nueva novela Orquesta?
Aquí se ve como algo atípico que a un escritor le guste la música, pero de mi generación todos hablamos de ella. Lo que sí presenta un reto es intentar no poner solo nombres y conseguir que lo que te gusta de la música lata en el texto. Conseguir que el texto tenga ritmo, estribillo, y todo eso para explicar lo que pasa después de las palabras. Mi escritura está contagiada con determinados atributos de la música como no tener miedo de la emoción, la intensidad, el estribillo, el ritmo o la frase que reaparece. Y por eso creo que mi estilo tiene un cierto aroma musical.
Teniendo en cuenta la musicalidad que inspira la novela, casi se percibe como una obra cinematográfica. ¿Se ha planteado ser músico o incluso guionista?
Todos hemos tenido nuestros pinitos en la música. En cuanto a ser guionista, han comprado los derechos de tres de mis novelas, aunque de momento no se ha completado ninguna. Aun así, te preguntan si quieres formar parte. Yo siempre digo que no porque no sabría adaptar una novela mía, me daría como pena quitar cosas. Sí me gustaría alguna vez escribir algo de guion. Aunque mi escritura parece muy visual, tiene mucha descripción, cosa que en el guion es todo lo contrario porque hay que ir a la trama. No sé, ya se verá.
¿Nota musical favorita?
Qué pregunta más guay, ¿no? Me gusta mucho el sol, el astro, pero también me gusta mucho el acorde. Creo que le da como espacio y luz a cualquier rueda de acordes.
Con más de 14.000 seguidores en Twitter, ¿ha influido la evolución de las redes sociales en su proceso de escritura a lo largo de los años?
Sí, aunque no tengo ninguna otra red social y encima la uso mal porque no sé usarla. Soy un boomer total, cuelgo fotos de mis hijos de espaldas y de los libros que me estoy leyendo, y aun así me sigue gente. Ha influido pero a la contra. Hay una cosa del mundo actual que me irrita y es la generación por burbujas. Parece que la novela joven tiene que estar exclusivamente destinada al público joven, y creo que las redes han polarizado aún más eso que ya existía en la vida real. Las novelas no deberían contagiarse de eso, y casi que un impulso inicial de esta novela fue plantearme que quería que hubiera muchos personajes de muchas edades que se entendieran entre sí. Todo esto para demostrar que no nos definimos por una generación o por un parámetro.
¿Qué siente respecto a que su novela Simón esté siendo adaptada audiovisualmente en estos momentos?
Otra de mis novelas, Rayos, estuvo a punto de tener una película con un director que admiro muchísimo y al final no salió. Prefiero no hacerme muchas ideas. Evidentemente te hace gracia y al mismo tiempo te da miedo verlo cobrar vida porque es lo que te has imaginado en pijama desde tu habitación. De Orquesta han hecho audiolibro, yo leo las partes de la música y hay diez actores que hacen de los personajes. Estuvimos en la presentación del libro de Madrid y fue muy gracioso ver como hacían las voces teniendo edades muy diferentes a los protagonistas de la novela.