El tradicional Tributo de las Tres Vacas que cada 13 de julio se celebra sobre la Piedra de San Martín, actualmente el mojón 262, cierra desde el siglo XIV un pacto entre los valles de Roncal, en Navarra, y Baretous, en Bearn una larga y violenta disputa entre pastores de ambos valles por los pastos y agua de esa zona pirenaica. El vecino valle de Ansó actuó de testigo y árbitro del acuerdo. Esto es solo un ejemplo de la convivencia entre los habitantes de ambos lados del Pirineo.
Además, la historia ha unido a Navarra con el Bearn, ya que los últimos monarcas de Navarra reinaron sobre la Navarra de Ultrapuertos ejerciendo su influencia en parte de Bearn. Enrique II, su hija Juana de Albret y sobre todo Enrique III, que a la postre sería coronado rey de Francia como Enrique IV, el primer Borbón.
Por ello, recorrer esta región, que limita igualmente con Zuberoa y con la Baja Navarra, es también sentirse en casa.
Desde Urdos hacia el norte
Hasta Urdos se puede llegar desde el corazón del Pirineo navarro cruzando por Belagua y el famoso mojón 262, la famosa Piedra de San Martin, aunque otra opción es llegar desde Candanchú y el túnel de Somport. Es el primer pueblo al que se llega tras cruzar la frontera y formaba parte de la línea que comunicaba Canfranc con Pau. La antigua estación se puede seguir visitando aunque está en desuso. La iglesia de Sainte Marie Madeleine merece una vista como un ejemplo de la arquitectura de alta montaña caracterizada por sus agudos tejados de pizarra.
Siguiendo hacia el norte y atravesando el Pirineo más salvaje el aliento del viajero se cortará al llegar al pie del Fuerte de Portalet, una espectacular construcción militar del siglo XIX sobre el río Aspe que pretendía defender la región de una posible invasión española. Si verlo desde abajo da vértigo, las vistas desde arriba, desde sus atalayas, hacen que merezca la pena el esfuerzo de subir hasta él por su empinada carretera. Aunque su historia militar no es mucha, sí lo es su historia como prisión ya que albergó durante la II Guerra Mundial y el régimen de Vichy a destacados políticos franceses opuestos a los alemanes y al mariscal Petain. Este último también conoció desde dentro las celdas de Portalet tras la guerra y la liberación del país.
La localidad de Arette es la siguiente parada. Este pueblo sufrió con dureza las consecuencias del terremoto del 11 de agosto de 1967, que arrasó con el 80% de sus edificios y mató a una persona. El reloj del campanario de la iglesia de San Pedro se paró a la hora de seísmo y nunca más ha vuelto a marcar la hora. Los daños registrados en el templo incluyen las viejas vidrieras, que se sustituyeron por unas de estética moderna y que recoge escenas de la vida del valle, como por ejemplo la historia del Tributo de las Tres Vacas. A su vez, uno de los edificios que se mantuvo en pie fue el viejo molino municipal, del que ya hay registro en el siglo XIV y que ahora es uno de las zonas de esparcimiento de los vecinos.
No hay que dejar de visitar la Maison de Baretous, un espacio dedicado a la explicar la identidad del valle de Barétous, su historia, tradiciones y peculiaridades. Diez espacios muestran la red subterránea de Pierre Saint-Martin, la Gruta de la Verna, el terremoto de Arette de 1967, una notable colección de objetos antiguos en madera y piedra, el pastoreo, la historia humana del valle y también la de los mosqueteros, No en vano, el famoso D’Artagnan era una gascón y Bearn forma parte de esta histórica región.
Oloron Sainte Marie se levanta en la confluencia las cuencas de los ríos Aspe y Ossau, que aquí se unen y de donde sale el río Oloron. También forma parte de la Vía Tolosana para los peregirnos jacobeos que marchan hacia Santiago de Compostela. Es una de las ciudades más importante de Bearn y su catedral de Santa María da fe de ello. A ella se unen la iglesia de la Santa Cruz y la de Notre Dame como principales edificios religiosos. Pero su pasado histórico también se puede ver en la torre de Grede en el barrio de Notre Damme o en el antiguo ayuntamiento.
Ya viendo desde lejos la localidad de Navarrenx se constata que esta amurallada localidad es terreno de frontera y que las relaciones con sus vecinos suletimos no siempre fue armoniosa. Gruesos muros y fuertes baluartes defiende esta entrada a Bearn desde el oeste. Su estratégica posición la convirtió en escenario de enfrentamientos entre hugonotes y católicos durante las guerras de religión del siglo XVI en los que los monarca navarros tuvieron gran protagonismo. La Plaza de Armas, ahora núcleo de la vida cultural tuvo grna protagonismo.
En Monein se puede encontrar el edificio gótico más grande de Bearn, la iglesia de Saint Girons, levantada entre los siglos XIV y XV. Lo más llamativo de este edifico es su estructura: hecha de corazón de roble, tiene la forma de un doble casco de barco invertido. Si bien la población de Monein siempre se declaró católica, la reina Juana de Albret convirtió el templo al credo protestante amenazando con quemarla en el marco de la guerra religioso que se vivió en el siglo XVI.
De Orthez hacia el este
Orthez es la población más al norte de esta ruta. Capital del Bearn desde el siglo XIII, su fortificado Puente Viejo sobre el río Ousse es el icono que mejor le representa. Se convirtió en una ciudad pujante gracias la corte de los señores de Bearn y en ella la reina Juan de Albret fundó en el siglo XVI una universidad calvinista. Objetivo militar de los católicos soportó ataques y la ocupación. A pesar de ello, los protestantes siguieron siendo mayoría. A los diversos templos católicos y protestantes que se pueden visitar se une también el castillo, o torre, de Moncade, desde la que Gastón II defendía un Bearn convertido en estado.
La capitalidad de Bearn cambio a Pau en el siglo XV, siguiente parada de la ruta. Parte del reino de Navarra en ese siglo, se convirtió en la capital del Viejo Reyno cuando Fernando el Católico conquistó la parte sur de Navarra en 1512 y los reyes se refugiaron al norte de los Pirineos. Años más tarde de que Enrique III de Navarra se convirtiera en IV de Francia y fuera asesinado en París, Pau se sublevó. Una vez sofocada la rebelión, la corona de Navarra se integró en la de Francia, perdiendo definitivamente su independencia.
Una peculiaridad de esta ciudad son sus villas inglesas, fruto de la llegada de turistas británicos durante el siglo XIX, que contribuyeron al embellecimiento de la ciudad comenzado por Napoleón. El castillo de Pau, donde nació Enrique III se puede visitar aunque ha sido reconstruido varias veces. También cuenta con un funicular que lleva hasta el Museo de Bellas Artes, un espléndido centro cultural.
El fin del viaje llega al entra en Nay. Esta ciudad de antiguo origen despegó en el siglo XVI al convertirse en el núcleo de una potente industria textil que tiene en boinas su mejor expresión. En su Maison Carrée, la Casa Cuadrada, se ubica un completo museo dedicado a la industria que tiene en el sector textil sus mejores salas. Pero además, esta Maison Careée es un ejemplo de la historia del Bearn, que tuvo en las guerras de religión sus años más dramáticos. El edificio fue construido por la familia Sacaze, dedicada al comercio. Una de sus hijas se casó con François de Bearn que ordenó levantaron a mediado del siglo XVI, pero eligió el bando católico, por lo que Juana de Albret se la confiscó para uso propio. Fallecida la reina, la casa volvió a manos de la familia y posteriormente a las del municipio de Nay, que la ha convertido en un bien cultural.