Vecinos de la comarca de Pamplona y otros enclaves de Navarra se han visto sorprendidos en las últimas horas por multitud de cigueñas blancas sobrevolando tejados y apostadas en farolas, señales o puntos elevados. Una curiosa estampa ampliada por el efecto de las tormentas, que asustaron a estas llamativas aves y les obligaron a hacer un alto en el camino en su plan de migración a zonas peninsulares donde encontrarán más alimento.
Pese a que es habitual ver cigüeñas a final del verano, no deja de ser curioso el volumen de ejemplares que se concentraban en la Comarca de Pamplona este lunes y martes, principalmente en la zona sur de la capital navarra. Se trata de un ave migratoria que anida en el centro y sur de Europa durante el verano, y se desplaza a la zona del Sahel en invierno. No obstante, los biólogos llevan algunos años observando un cambio de hábitos en su comportamiento que implica la estacionalización de muchas colonias en la península durante todo el año. Los motivos de este cambio de hábitos son principalmente dos: el cambio climático y la acción del hombre, sobre todo con la construcción de grandes vertederos que les sirven de despensa.
El colectivo ecologista Gurelur ha censado 981 parejas de cigüeña blanca este año, 38 más que en 2021, dentro del control anual de la situación poblacional reproductora de esta emblemática especie, iniciada en el año 1994. En los últimos años la población de cigüeña blanca en Navarra ha venido manteniendo unas cifras estables, rondando las 950 parejas reproductoras, señala Gurelur. El aumento de 38 parejas nidificantes, respecto al año pasado, puede deberse en parte a la utilización de métodos de conteo modernos, imprescindibles en zonas de sotos intransitables, según apunta el colectivo ecologista. Por otro lado, señalan que cada año aumenta el número de cigüeñas que utilizan los árboles de los sotos para ubicar sus nidos.
En esta temporada de cría han sido 589, el 60% de la población. La nidificación en estos enclaves naturales les está sirviendo para evitar la destrucción de sus nidos, como se está haciendo con los ubicados en los núcleos urbanos por las molestias que algunos de ellos causan.
Lodosa, con 103 nidos, es la localidad navarra más cigüeñera, seguida de Castejón con 80 parejas, de Corella con 73, Buñuel con 61, Tudela con 51, Funes con 49 y Cintruénigo con 42. Estas siete localidades soportan la mitad de la población reproductora. El 67% de las parejas navarras ya utilizan los enclaves naturales (riscos y árboles) para ubicar sus nidos.
43 nidos en un mismo edificio
La mayor concentración de nidos en un solo inmueble se encuentra en el viejo edificio de la azucarera de Cortes con 43 nidos, mientras que la segunda mayor está en una bodega de Castejón, donde nidifican 29 parejas, provenientes en su mayoría de la gran colonia de esta especie existente en la cercana población de Alfaro. Entre los enclaves naturales destacan las orillas del Ebro en Lodosa con 102 nidos, la colonia existente en los Sotos de Gil y Ramal Hondo en Funes, que tiene 48 parejas, y los sotos del Alhama en Corella con 34. Por otro lado, Tudela sigue siendo la merindad con mayor número de parejas, ya que cuenta con 588, lo que supone el 60% de la población navarra. La merindad de Estella acoge a 204 parejas, que supone el 21 %. Le sigue la merindad de Olite con 171 parejas (20 %), la merindad de Sangüesa con 11 (1 %) y en último lugar se encuentra la merindad de Pamplona con 7 parejas.
Un crecimiento escaso
Los técnicos de Gurelur, encargados del censo anual de las cigüeñas reproductoras en Navarra, están detectando que en sus zonas de nidificación no se observan apenas ejemplares subadultos, que son los que tienen que reemplazar a los adultos que van muriendo, principalmente por choques y electrocución en los tendidos eléctricos, que abundan en las zonas cigüeñeras de Navarra (centro y sur). El escaso crecimiento de la población reproductora en Navarra, afirma el colectivo ecologista, se debe a la muerte en tendidos eléctricos y aerogeneradores, a la destrucción de los nidos ubicados en edificios y a la escasez de alimento en los campos.