Decenas de miles de personas en Israel salieron como cada noche de sábado a las calles para protestar contra la reforma judicial impulsada por el gobierno de Benjamín Netanyahu, en un pulso que mantienen ya por 39 semana consecutiva.
Aunque la reforma está paralizada porque la Knéset (Parlamento israelí) está en receso, los manifestantes salieron para defender su visión de un Israel laico y liberal, frente a la presión de grupos religiosos que ahora integran el gobierno, una división social que salió a relucir cuando se desataron enfrentamientos en un rezo público por Yom Kipur el pasado lunes en Tel Aviv.
Los organizadores dijeron que las protestas de esta semana pondrían de relieve la naturaleza "conflictiva y destructiva" del gobierno de Netanyahu, a quien definieron como "un experto en dividir".
Las protestas se producen después de que una organización religiosa intentara celebrar un servicio público de oración de Yom Kipur -el día más sagrado del judaísmo- en el corazón de Tel Aviv, segregado por sexos, lo que provocó escenas sin precedentes de enfrentamientos entre religiosos y seculares, que se oponían a esa división del espacio público.
Shikma Bressler, líder del movimiento de protesta, dijo en la manifestación principal en Tel Aviv que "esta semana hemos sido testigos de cómo individuos mesiánicos extremos, supremacistas judíos, se unieron al jefe del gobierno de destrucción para profanar la oración de Yom Kipur en otro intento de dividir, incitar y sembrar odio entre hermanos que fracasó".
El rezo fue promovido por el rabino Rosh Yehudi, que ha buscado aumentar la devoción ortodoxa en la ciudad mayoritariamente secular y a quien el Ayuntamiento de Tel Aviv acusó de violar la licencia concedida al imponer una barrera improvisada de bambú para separar el rezo por sexos.
Como consecuencia, el ayuntamiento ha prohibido a estos grupos religiosos celebrar rezos por la ciudad con motivo del Sucot, que comenzó anoche, lo que podría haber provocado problemas con los manifestantes anti-reforma, mayoritariamente seculares.
Muchos han visto los acontecimientos de esta semana como una extensión del conflicto social desatado por la reforma judicial del gobierno, que se ha extendido a múltiples áreas de la vida y se superpone con visiones marcadamente divergentes del futuro e identidad de Israel.
También hubo protestas en otras ciudades del país, como en Jerusalén, frente a la casa del primer ministro, o en Haifa, donde los manifestantes protestaron contra la pasividad policial ante la creciente violencia dentro de las comunidades árabes, con 190 árabes-israelíes asesinados en lo que va de año, siete de ellos esta misma semana en esa ciudad.
Las protestas se producen después de que el Tribunal Superior deliberara esta semana sobre los recursos en contra de la ley que anula la doctrina de la razonabilidad, uno de los pilares de la reforma aprobado por la knéset en julio, aunque no se espera un fallo en firme pronto.
El alto tribunal también celebró esta semana una audiencia para abordar los recursos a la ley, aprobada en marzo, que impide recusar al primer ministro.