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Defensa, punto por punto

Punto uno: a mí sí me preocupa la defensa europea. La de los intereses colectivos del Estado social, de derecho y garante de libertades y democracia.

Punto dos: yo sí creo que todo eso está amenazado por el imperialismo del régimen ruso, pero no por lo que supone de ampliación de su espacio físico –no contemplo, todavía, ver tanques rusos patrullando Urdaibai– sino por el deterioro de principios que provocan en nuestro entorno social y democrático: nos quieren divididos y críticos con el sistema de representación, con los políticos y con la política, hasta ver la autocracia como una opción de “orden”.

Punto tres: el amigo americano dice que ya no va a pagar una parte sustancial de la cuenta de nuestra seguridad europea.

Punto cuatro: lo que durante las últimas siete décadas nos hemos ahorrado en ese apartado nos ha permitido implantar nuestro modelo de bienestar social colectivo, mientras en otros lugares imperaban modelos desregularizados y sin sistemas de reequilibrio mediante servicios públicos.

Punto cinco: al socio transatlántico, este modelo le ha favorecido al desarrollar un potente sector económico relacionado con la defensa que obtiene cada año pingües beneficios vendiendo el material que exhibe cíclicamente sobre el terreno de batallas propias y ajenas.

Punto seis: las prisas no son buenas consejeras. En los próximos cinco años, Europa no va a desarrollar una defensa autónoma sólo gastando 800.000 millones en armamento; mucho menos, engordando el negocio estadounidense.

Punto siete: el desarrollo de una industria tecnológicamente avanzada de defensa en Europa demanda huir del debate ficticio del gasto social versus el gasto en defensa. El segundo no debe deteriorar la calidad del modelo social. El primero no será sostenible si el modelo del bienestar no se protege. Y punto.

2025-03-17T18:42:07+01:00
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