Sinceramente, no sé si Teresa Ribera será o no la mejor comisaria europea del mundo. No sé ni si llegará a serlo. Lo que me preocupa de la campaña partidista del PP para tumbar su candidatura es que halle aliados fuera de los intereses personales de Núñez-Feijóo y su estrategia lo sea del principal grupo conservador de la Eurocámara. Al presidente del PP español –y por lo que se ve al del europeo, también– le importa un pito la Comisión Europea. Le refanfinfla el retraso en su renovación y el coste que esto tendrá en las políticas comunes ante las amenazas de inestabilidad, cambio climático –ese en el que ya desde el primo de Rajoy supomos que no había que creer– o guerras arancelarias, que es una historia que suena como muy lejana pero se traduce en subidas de precios, pérdida de empleos y de recursos públicos.
Tras acumular derrotas políticas –el fracaso de sus alianzas autonómicas con la ultraderecha es palmario– y victorias pírricas –ganar las elecciones pero ser incapaz de gobernar– la derecha española empuja a la europea en su deriva de instrumentalizar las instituciones democráticas, bloquearlas, alimentar la desafección popular y populista mientras no pueda dirigirlas. Es algo que ya viene haciendo con las españolas, secuestrando las que requieren su consenso y manejando a antojo el Senado y las cámaras autonómicas como plató televisivo y plataforma de desgaste vía comisiones de investigación. En todas ellas viene manejándose con el aforismo popular “para lo que me queda en el convento, me cago dentro”.
Pero es que este convento es el sistema de gobernanza democrática. Echar abajo sus muros es la tradicional –y, en algunos deslices, confesada– vía de acceso al poder de las extremas derechas e izquierdas. ¿Cuál es el plan B de la derecha europea que se dice democrática para cuando ocupe un claustro cuyos muros ha contribuido a debilitar catapultando descrédito contra ellos? ¿A quién le va a tocar vaciar las heces que acumulan sus instalaciones cuando los quintacolumnistas que las han sembrado se abracen a los que las asaltan? Ya viven echados al monte: aprovechen para defecar allí y dejen limpio el convento institucional.