Ni Athletic ni Osasuna son los mismos que en octubre, cuando parecía que se meterían de lleno en la pelea por Europa y, de hecho, el segundo habitó durante tres jornadas en la zona noble de la tabla. Noviembre y diciembre rebajaron sus expectativas, demasiados marcadores adversos que sembraron una duda razonable sobre su porvenir. La vuelta de la competición con el año nuevo servirá para conocer si persisten en su línea de quiero y no puedo o son capaces de reaccionar en un duelo directo, según reflejan los números.
Apenas dos puntos les separan antes de verse en El Sadar, si bien pese a que en el calendario este partido figure como cierre de la primera vuelta, en realidad el Athletic ha disputado un encuentro más. Fue el previo al paréntesis navideño contra el Real Madrid, que corresponde a la vigésimo primera fecha y se adelantó por la inminente celebración de la Supercopa en Arabia Saudí. Un detalle sin excesiva importancia que quedará subsanado en breve. No obstante, es obvio que el campeonato avanza y una vez atravesado su ecuador se inicia una larga cuenta atrás que concluirá en mayo. En principio, Osasuna es consciente de que bastante tiene con asegurarse la tranquilidad, mientras que en el caso del Athletic la perspectiva es distinta. Le toca espabilar a fin de recuperar el terreno perdido e ir acercándose al objetivo de estar en el continente la temporada que viene. A poder ser desde esta noche.
En el contexto deportivo del derbi se inmiscuye el factor pandemia. Ni unos ni otros se han visto muy afectados en comparación con muchos equipos, podría decirse que les pilla de refilón. Durante la semana se han detectado positivos en los dos vestuarios, aunque tanto Marcelino, hoy relevado por Rubén Uría en la banda, como Jagoba Arrasate pueden confeccionar sendos bloques perfectamente reconocibles. El virus no podrá ser utilizado como excusa en un partido que se anuncia competido. Es lo previsible con dos equipos laboriosos, agresivos y cortos de pegada. No es preciso por tanto subrayar el valor del gol, acaso el único factor de desequilibrio para dos colectivos que no suelen ceder fácilmente ante la adversidad.
tres cambios
La alineación rojiblanca registrará varias novedades respecto al partido anterior. Tras cumplir el protocolo de la cuarentena regresan dos pilares, Unai Simón e Iñigo Martínez. Se caen Agirrezabala y Nuñez, quien permanece aislado en su domicilio. Tampoco comparecerá Zarraga, asimismo infectado, y a su demarcación optan Nico Williams y Berenguer. El más joven parte con ventaja, pues el ex de Osasuna hace tiempo que dejó de ejercer de titular. Hasta aquí las variaciones esperadas por todo el mundo.
El método de Marcelino no invita a prever otros retoques. De Marcos, en ausencia de Lekue, y Balenziaga ocuparían los costados de la zaga, en la que no faltará Yeray. La pareja Vencedor-Dani García es innegociable en la zona ancha y tres cuartos de lo mismo sucede con Muniain e Iñaki Williams. Al lado de este último se colocará Sancet, dado que Raúl García está indispuesto por el covid-19. La lista se completa con Nolaskoain, en su primera llamada, Artola, Serrano y Luis Bilbao junto a los más habituales Agirrezabala, Petxarroman, Capa y Vesga.
En Osasuna tampoco se anuncian grandes transformaciones. Chimy está descartado, pero vuelven Kike García y Budimir. Arrasate suspira por rescatar la versión más ofensiva: "Queremos que en casa el equipo dé la sensación de que puede hacer gol en cualquier momento". La fórmula mágica para aparcar una racha de nueve jornadas sin victoria e invertir la tendencia como local: un único triunfo y cinco empates en nueve actuaciones ante su afición delatan el origen del bajón. Osasuna suma casi el doble de puntos fuera. La tarjeta del Athletic como visitante no es menos llamativa: uno ganado, siete empatados y uno perdido.