Derek Willis, el orgullo de ser un nativo americano

El jugador del Joventut, desciende de la tribu de los arapahoe y se crió en una reserva india

DEREK Willis está siendo una de las sorpresas de la temporada en la Liga Endesa, aunque en cierto modo está confirmando la progresión que ha llevado en su carrera profesional desde que llegó al baloncesto europeo hace cuatro temporadas. El ala-pívot estadounidense se está mostrando como un jugador muy completo y su aportación ha contribuido a añadir más calidad física al juego interior del Joventut, que no destacaba por sus virtudes atléticas. Willis aporta casi 10 puntos y 5 rebotes en poco más de veinte minutos en cancha, se mueve muy bien sin balón y es capaz de mostrarse resolutivo cerca del aro y lejos de él.

La energía con la que se emplea es propia de alguien que no lo ha tenido fácil porque su trayectoria vital es también poco habitual. Willis nació hace 26 años y estudió en high school y universidad en Kentucky, pero su peculiaridad es que se crió en la reserva india de Wind River, en el estado de Wyoming. Su madre es miembro de tres tribus, los Arapahoe, los Pawnee y los Muscogee, lo que convierte al jugador del Joventut en uno de los pocos nativo americanos que han llegado al baloncesto profesional. De hecho, Willis guarda grandes recuerdos de aquella época de su vida y en su cuerpo luce tatuajes con símbolos indios. "Es algo que me llena de orgullo. Está bien mirar atrás, ver de dónde vienes y tener algo que defender cada vez que sales a la cancha", dice este miembro de la tribu Arapahoe, que asegura que su mentalidad es siempre positiva y luchadora y "así seguro que te acaba llegando algo bueno". Cuando debutó en 2019 con la selección absoluta de Estados Unidos, culminó esa proceso que "muestra a la comunidad nativa americana que si tienes talento y te esfuerzas puedes lograr algo grande".

Este espíritu le ha acompañado siempre y durante sus cuatro años en los Wildcats de Kentucky jugó a las órdenes de John Calipari, "algo extremadamente exigente y duro", pero al que agradece "todo lo que me ayudó fuera de la cancha". Al principio, tuvo poco protagonismo y le tocó aprender porque en su puesto coincidió con jugadores que ahora son estrellas en la NBA como Julius Randle, Karl-Anthoy Towns y Bam Adebayo, además de otros como Jamal Murray o Devin Booker. Era el equipo del one-and-done, de estar un año en la universidad y saltar a la NBA, pero Derek Willis cumplió todo el ciclo aportando sobre todo en defensa y rebote y no fue elegido en el draft.

Tras un año en la G-League, empezaron a asomar sus virtudes en ataque y en 2018 dio el salto a Europa. Primero, en Alemania con el Gottingem y el Ratiopharm Ulm, donde le dirigió el exentrenador del Bilbao Basket Jaka Lakovic, y después con el Brindisi italiano, ha ido dando pasos firmes. En verano llegó al Joventut por una temporada, pero tiene pinta de que puede quedarse muchos años en la Liga Endesa: "En Kentucky siempre escuchaba cosas buenas de esta competición y uno de mis objetivos era estar aquí".