Jon Arraibi (Director de Café con Patas):
Como dice la mítica canción de Extremoduro… Yo también, "me estoy quitando". Pero no de las sustancias prohibidas, sino de otra cosa igual o más adictiva: las redes sociales.
Y veo muchos motivos para desconectar total o parcialmente del mundo digital.
El primero es evidente: dedicar el poco tiempo disponible a algo más productivo.
Si a finales del siglo XVII hubiera existido Tik Tok, Newton jamás habría descubierto la ley de la gravedad. Estaría pasando sus horas de estudio e investigación en el sofá viendo vídeos de gatitos y de gente que presume de vidas perfectas.
No, claro, no creo que por alejarnos de las redes sociales la mayoría de los mortales consigamos cambiar la historia de la ciencia ni nada parecido, pero si vamos a lo concreto, por ejemplo, a nuestros perros, seguro que nos ayuda a sacar algo más de tiempo y atención de calidad para nuestra relación: paseos sin ir absortos en la pantalla del móvil, juegos, entrenar algún deporte canino, afecto… en definitiva, presencia.
Un segundo motivo para alejarme de ese mundo digital es la cantidad de mensajes perjudiciales que nos presenta en relación con los perros.
Situaciones supuestamente divertidas para los animales que no lo son en absoluto, como hacerles correr por suelos resbaladizos y lesivos para su salud.
Adiestradores de medio pelo forzando situaciones para mostrar la agresividad de un perro al que después supuestamente ayudan.
Animales visiblemente incómodos cuando se les abraza y se les besa frente a la cámara.
Peluqueras caninas estresando a un perro atado mientras se graban con el móvil.
Y todo por "ego", ansia de visibilidad o, directamente, por estupidez e ignorancia de quien decide hacer ese vídeo.
Y lo peor es que estos contenidos generan aprobación y simpatía; a muchas personas les divierten. Para una mayoría demasiado amplia, son la principal fuente de información sobre lo que es un perro y cómo debemos relacionarnos con él.
Y mientras, los libros se llenan de polvo en alguna estantería. Y mientras, quien tiene algo que decir sensato, fundamentado y constructivo es invisible para los algoritmos de la dictadura digital. Y mientras, quizás lo revolucionario sea alejarnos de la imposición del impacto inmediato, del scroll irreflexivo, de la explicación de 20 segundos.
Y mientras, unos pocos seguimos contracorriente, apostando por contar las cosas con cierta calma, por seguir recorriendo el camino de conocer mejor a los animales con los que convivimos para quererlos mucho mejor.