Desconsuelo, rabia, impotencia, son algunas de las palabras que mejor reflejan cómo acabó ayer la Europa League para la Real Sociedad. La derrota por 4-1 ante el Manchester United, el resultado es lo de menos, se vio salpicada por una sospecha en toda regla tras padecer un arbitraje infame del francés Benoit Bastien, que desde ayer forma parte ya del libro negro de la Real en cuanto a los arbitrajes se refiere.
Tendencioso desde el inicio, deseoso de pitar penaltis contra el conjunto txuri urdin, sacó de quicio a todos los jugadores de la Real. Así las cosas, nada salió bien por mucho que el equipo de Imanol jugara unos buenos primeros diez minutos e incluso se adelantara en el marcador, precisamente con un penalti marcado por Oyarzabal.
Tras el descanso un inexistente penalti señalado a Elustondo le permitió a Bruno Fernandes volver a marcar desde el punto fatídico. Después llego la roja directa a Aramburu por derribar a Dorgu cuando era el último defensa y el festival final de un United que acabó pasando por encima a una Real destrozada y sin recursos, ni de juego ni físicos para hacer frente a lo que se le vino encima.
Otra mala noticia fue la lesión de Brais Méndez en un dedo del pie, lo que le va a descartar para los próximos partidos a la espera del parte médico que ofrezca el club. No es una lesión nueva para el gallego, que ya ha sufrido la misma dolencia con anterioridad.