¿Has derramado alguna vez sal sobre el mantel? No sólo se considera un desperdicio de un recurso crucial, sino también un acto de mala fortuna o que invoca al diablo. Evidentemente, se trata sólo de supersticiones, pero, como muchos otros mitos, todavía tienen vigencia en nuestros días, transmitiéndose de generación en generación. El lado positivo del término es que cuando se define a una persona como salada o que tiene salero, implica que es graciosa, desenvuelta o que cae muy bien a los demás.
En busca del ‘oro blanco’
Aunque no lo pienses a menudo, la sal es un nutriente importante que el cuerpo necesita para funcionar. Un bajo contenido de sal puede provocar dolores de cabeza, confusión, náuseas y debilidad muscular. En una situación de supervivencia, es necesario encontrar un suministro de sal para mantener el funcionamiento del cuerpo. Si no tienes otra opción, puedes extraer sal de algunas plantas. Pero el método más habitual de conseguir sal y de menor costo es el que se produce por la evaporación del agua de mar.
En la época de los romanos la sal era tan valiosa que los pagos a funcionarios públicos se realizaban con sal. De ahí que la cantidad de sal que cobraban recibía el nombre de salarium de donde derivó la palabra salario.
El mimo sistema de pago utilizaban los faraones. Para las antiguas civilizaciones, la sal fue un bien muy cotizado que no sólo daba sabor a los alimentos, sino que facilitaba la posibilidad de conservar la carne, pescado, e incluso verduras para tenerlas disponibles durante los meses de frío. Por ello a menudo se definía la sal como oro blanco.
Por lo tanto, aunque por cierto desconocimiento popular se subestime el valor de la sal, su importancia es vital para nuestra existencia.
Feria de la Sal en Ses Salines
No es extraño, por lo tanto, que en Sant Josep de Sa Talaia (Ibiza) se conmemore un homenaje a la sal y se exhiban públicamente las formas y los ritos que comportaban el proceso de obtener tan preciado bien. Hoy, son escasos los lugares que siguen esta tradición, dedicada tanto a toda la familia lugareña como a los visitantes.
En un programa lleno de experiencias, se puede admirar el encendido y la cosecha tradicional de la sal. Ritos que son un homenaje a la rica herencia salinera de la isla y sus profundos vínculos con la naturaleza y los antiguos métodos de recolección de la sal, con demostraciones en vivo de expertos locales.
Este pintoresco enclave ibicenco y el Parque Natural de Ses Salines ofrecen cada año junto a su Fira de la Sal, interesantes eventos, como visitas teatralizadas a la Torre de la Sal Rossa, donde actores locales transportan a los visitantes a tiempos pasados, reviviendo la historia de los vigilantes que protegían las costas ibicencas de las incursiones piratas. Estas representaciones ofrecen una forma lúdica y educativa de comprender la importancia estratégica de la torre y su relación con la producción de sal.
También se realizan caminatas nórdicas para explorar el entorno natural del parque, conocido por su biodiversidad y paisajes únicos, sin olvidar el espectacular vuelo de los más de 800 flamencos que tienen como hogar a estas salinas.
Otro punto de interés es el mercado artesanal, ubicado en la Plaza de Sant Jordi, donde los asistentes pueden explorar productos locales elaborados con técnicas tradicionales. Este espacio cuenta con una muestra de la artesanía de la isla, perfecta para aquellos que deseen llevarse a casa un pedazo de la cultura ibicenca.
Tampoco hay que olvidar la importancia del tradicional y ancestral folclore Ballada Pagesa, ya que los payeses siempre han celebrado los eventos naturales, como la recogida de la sal, bailando en los pozos de agua dulce.
Los pozos tradicionalmente también tienen mucha importancia, en concreto, Pou des Carbó, que era la única fuente de agua dulce de la zona y abastecía a los salineros.
Y la jornada culmina con una impresionante proyección audiovisual sobre la fachada de la Iglesia de Sant Jordi titulada D’on venim (De dónde venimos). Esta pieza multimedia, acompañada de música en vivo, recorre la historia de las salinas, las tradiciones de la isla y la vida de las comunidades que la han habitado durante siglos. La proyección es un homenaje visual y sonoro a la identidad de Ibiza.
Además de estos puntos clave, la feria cuenta con una variada oferta de talleres como los de acuarela con sal y aromatización de recetas, así como con actos religiosos en la iglesia de Sant Jordi, que evocan el sentido espiritual de las comunidades locales vinculadas a la tradición salinera, además de música local para amenizar esta experiencia salinera que siempre se culmina con su impresionante atardecer, famoso en toda la isla.
Otras ferias y fiestas en torno a la sal
- En Navarra. A finales de junio en Salinas de Oro se celebra la Fiesta de la Sal para dar a conocer uno de los manantiales natural más productivos y antiguos de la península, que por cierto se mantiene activo y su sal está certificada como ecológica.
- En Álava. Las salinas de Añana es otro lugar emblemático y una de las fábricas de sal más antiguas del mundo, con 7.000 años de historia. A comienzos de julio celebra la Feria de la sal, donde se rememora su historia con visitas teatralizadas, espectáculos de luz y sonido...
Show cooking: Ossos amb col
La gastronomía también tiene un papel destacado en esta Feria de la Sal, con el show cooking donde se prepara la tradicional salmorra, el método de conservación de alimentos en la antigüedad. Los chefs locales, con la colaboración de Sabors d’Eivissa, realizan una demostración culinaria del tradicional plato Ossos amb col. Previamente, se recoge la sal virgen para salar estos huesos. La Fira de la Sal ha jugado un papel fundamental en la recuperación de este plato, ya que prácticamente había desaparecido. Nos recuerda el viejo consejo: Sé como la sal: tu presencia no se siente, pero tu ausencia hace que todo pierda su sabor.
Otro de los momentos más emblemáticos es el encendido del Fogueró, una recreación del tradicional encendido de hogueras que antiguamente avisaba a los trabajadores de las salinas de que era el momento de iniciar la cosecha.
A este acto, cargado de simbolismo, le sigue el de la cosecha tradicional de la sal, dirigida por expertos locales que comparten los secretos de este antiguo oficio. Los visitantes pueden contemplar cómo la sal, conocida como el oro blanco, sigue extrayéndose de manera manual, como antaño, y sumergirse en las tradiciones ancestrales que giran en torno a la cosecha de la sal, un recurso que fue vital para la economía ibicenca durante siglos.